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13 junio 2025

LA ÚLTIMA PARTIDA DE LA HERMANA MERRY

    

    Noche cerrada en Arkraham. La lámpara parpadea. Los investigadores han caído uno a uno. Solo queda la hermana Merry sujeta al borde de la cordura apretando el rosario con los nudillos blancos.

    Era la misma escena de siempre. El hacha del sectario se alzaba sobre el cuerpo moribundo, esta vez de Harvey. El suelo crujía con pasos invisibles, y en la habitación contigua..la radio sonaba al revés. En la mano, la misma carta de locura que había leído tantas veces, que casi podía recitar. Una habitación secreta se abría al sótano. Allí numerosos zombis comenzaban a aparecer deseando cubrir todo el tablero. Todo volvía a empezar una y otra vez.

    El guardián sonreía..

-Haz tu tirada de voluntad - dice el guardián desde más allá de la mesa-. Merry no responde

- Hermana?..te toca..

    Ella alza la cabeza. Sus ojos, que siempre miraron con fe al cielo, miran ahora al jugador. A la mesa. A las manos que la mueven como si fuera solo papel

- No voy a tirar más dados. Estoy harta de ser una ficha obediente, de pasillos que se mueven, de ruidos detrás de las puertas. Harta de ver a los mismos compañeros morir una y otra vez con los mismos gritos, en los mismos turnos.

    El guardián ríe. Piensa que es una broma. Pero ante el asombro de todos, la carta de Merry empieza a moverse. La hermana gira la cabeza, y se arranca de la cartulina como si fuera piel vieja. Se pone en pie, y sujeta a su rosario, se sacude el hábito y salta fuera de la caja de juego

    Merry desaparece entre destellos y cartas volando. El tiempo la lanzó al azar, como dados al viento.

    Cuando volvió a respirar, el aire sabía a humo, tabaco negro y colonia barata. Las paredes eran de gasolina y grafiti,  no de madera húmeda. El cielo estaba cubierto de antenas y luces de neón. Era España, años ochenta. Un mundo que aún se creía inocente.

    Caminó sin ser vista, no como un fantasma, sino como alguien vivo. La gente la confundía con una actriz o con una loca. Pero ella solo observaba las calles vibrantes, las plazas llenas de voces, los bares con sus risas y sus fluorescentes.

    Un coche Seat 127 amarillo chillón pasó a toda velocidad. Alguien le gritó algo desde la ventanilla.. "Tía..que disfraz más currado!! Esa es de Semana Santa!!".  En el escaparate de una tienda, un póster de Mecano.

- Dónde estoy? - murmuró Merry sujetando el rosario como si pudiera protegerla.

    Merry caminó por las calles de Madrid, confundida pero libre. Ya no había monstruos del caos. Ya no había cultistas ni portales interdimensionales.

    Se instaló en el anonimato de un barrio obrero, donde lo que prevalecía era la supervivencia. Se volvió invisible por elección. Ayudaba donde podía, curaba como sabía, y en secreto, esperaba que nadie la reconociera.

    Pero el mal no pertenece solo a los juegos, y una noche la encontró. No la había olvidado ni siquiera en 1983. Una noche, al pasar por un callejón oscuro, Merry oyó un murmullo que no era humano. Un símbolo arcano ardía en la pared, y una criatura imposible, toda ojos,  comenzó a emerger de una cabina de teléfono. No tenía garras ni tentáculos, pero las voces eran las mismas. Los sonidos del otro mundo del que creyó escapar.

    Ella no dudó, ya no era ficha ni carta, ahora era fe, furia y se adentró en el grabado sin esperar perdón. Y de allí salió el silencio. 

    Merry había entrado en un lugar fuera del tiempo. Una sombra del tablero que había dejado atrás. Un rincón entre mundos, hecho de geometrías rotas, escaleras retorcidas y paredes susurrantes que llevaban adherido el miedo reciente de alguno de sus compañeros. 

    Y allí la esperaban tres horrores sin rostro. Seres de niebla y garras nacidos del caos del que una vez escapó. Eran los guardianes de la realidad. No venían a matarla, sino a devolverla a su lugar en el juego. Pero Merry no tembló

    Con el rosario envuelto en un puño como un arma sagrada, avanzó entre rugidos que doblaban el aire. Cada paso era una negación, y cada gesto, un acto de libertad. Las criaturas la atacaron como sombras vivas, a lo que ella respondía con fuego y fe, con la fuerza que venía de las ganas de vivir en su propia historia.

    El combate duró un instante eterno, y cuando se acabó, el lugar colapsó sobre sí mismo. Las criaturas regresaron al abismo que las parió, y Merry volvió a abrir los ojos bajo las farolas de Madrid.

    La cabina había desaparecido. Solo quedaba un rastro de quemaduras en el suelo y un leve zumbido en el aire, como si la realidad estuviera aún recolocándose.

    Desde aquel día, nadie volvió a ver a la hermana Merry en ninguna partida. Ahora sigue en su barrio obrero. Viste una cazadora vaquera con hombreras y unos pitillos, y escucha la radio.

    Los jugadores más veteranos, cuando abren la caja de las Mansiones de las Torturas, notan que falta una carta, y creen que es un error de imprenta o una errata sin importancia. Descargan la tarjeta de internet, pero por alguna razón, a la hermana Merry, no la elige nadie

    Desde que Merry escapó, el juego ya no es el mismo, al menos por ahora...

09 junio 2025



 VUELVE EPIFANIO!!

    Hubo un tiempo en que los nombres españoles tenían carácter. No se andaban con diminutivos de catálogo ni inventos anglosajones que suenan a todo, menos a nombre de persona humana.

    Antes un nombre llevaba capa o bigote y cruzaba el pueblo con paso firme, como diciendo: "Aquí estoy yo, y me llamo Hermenegildo"!.

    Don Baldomero Recaredo de la Fuente López, por ejemplo, no necesitaba presentación. Entraba cada mañana en la oficina con su americana de lana, su maletín de cuero y su nombre delante, como heraldo abriéndole paso entre fotocopiadoras. Nadie se atrevía a tutearlo hasta la tercera semana. Y cuando alguien osaba llamarlo "Baldo", el se quedaría mirando por encima de las gafas como si hubieran blasfemado delante de una reliquia

    Nos estamos despidiendo de toda una generación de nombres largos con muchas letras  y más todavía sonoridad. Nombres que suenan a trompetas!

    Dónde está ahora Aniceto?, Quién rescatará del olvido a Eustaquio?, Qué niño en 2025 puede presumir de llamarse Filogonio y decirlo con orgullo mientras juega al futbol sin que lo confundan con un fichaje del Sporting de algo

    Así que este homenaje es para ellos:

Para Quiteria, que sonaba a santa, a beata, a señora que friega con fuerza y cualquiera le lleva la contraria...

Para Cesáreo, que no parece necesitar gimnasio porque ya su solo nombre impone respeto

Para Bartolomé o Bartolo, que no Bart, que es entero, como mandan los libros de historia

Para Crispín, que aunque parezca un personaje de Pepe Navarro en sus mejores tiempos, fue un nombre de verdad

Para Tránsito, que ahora tendría mala prensa por culpa de la DGT, pero fue un nombre digno de rezos y novenas a la virgen coronada

Para Segismundo, que te recitaba a Calderón mientras servía unas bravas

Y Jacinto.. que es nombre de entrar en un bar con un puro apagado, chaleco, boina y mucha sabiduría.

    Se supone que los tiempos cambian, que ahora un nombre tiene que ser cool o minimalista, porque está de moda, y ahí quedan los Gumersindos, los Modestos, los Ramones y las Manolis, perdiéndose, con el color sepia de las fotos antiguas estas que huelen a alcanfor (que también se está perdiendo), y vienen los "Zyans" los "Noahs" y las "Luas"

    Pues que sepan los modernos que lo original no es llamar a tu hijo Ethan o Chloe, que suenan a Instagram, es llamarlo Abundio o Eufrasia. Porque un día, cuando el mundo se llame Nebulón y todos respondan con emojis y siglas, alguien tendrá que recordarnos que hubo un tiempo en que uno se llamaba Epifanio y con eso ya imponía respeto.

    Y porque el futuro queramos o no,  se construye mirando al pasado, Aunque el pasado se llame Fructuoso y use tirantes


07 junio 2025


EL CABALLERO DEL PAÑUELO BORDADO


        En el París entre el que se mezclan los vapores del Sena y las cloacas humanas, no hay barrio más propenso al crimen bien vestido, que el del molino viejo. Allí entre farolas empañadas y casas de postigos vencidos, apareció una figura.

     Era un hombre envuelto en un abrigo de lana negra, sombrero de ala ancha ladeado, un bastón con empuñadura de bronce y un pañuelo de hilo blanco bordado con una `L´  asomando en el bolsillo del pecho. Su paso era elegante.

    El caballero buscaba a alguien. Se detenía a observar las puertas cerradas y miraba de vez en cuando hacia arriba esperando que alguien lo espiase desde alguna buhardilla. Hasta que dio con ella.

    Desde una ventana semicubierta con una cortina de encaje unos ojos agudos lo seguían- Los de Madame Clotilde, una antigua institutriz sospechosa de haber envenenado a tres maridos y un pastelero. Decían que sabía leer el pasado en el movimiento humano y el futuro en los posos del café

- Este hombre trae historia- murmuró mientras acariciaba a Voltaire, su hurón sarnoso

    Y no se equivocaba. Lo que no sabía era que aquel caballero venía buscando algo que en París ya no se estilaba: una verdad. Y para encontrarla tendría que revolver entre traiciones de aristócratas, ladrones y prostitutas que sabían latín.

    Le hizo un gesto para invitarlo a subir y recibió al visitante con un camisón que había conocido las glorias del segundo imperio, y sobre su regazo, Voltaire, que resopló apenas sintió el perfume caro del caballero.

- Usted no viene por amor ni por superstición- Le dijo la anciana antes de que hablara.- Usted trae la muerte bajo el sombrero

- Vengo por una respuesta- dijo con voz grave.- La marquesa de Riviere ha muerto, y dicen que fue por pena, pero no conozco ninguna pena que deje las uñas ennegrecidas

    Madame Clotilde entrecerró los ojos..

- La pena deja el alma seca, no el cuerpo podrido. Eso es veneno caballero

    El se inclinó como si aceptara una verdad que ya sabía, y sacó de su bolsillo una pequeña bolsa de terciopelo. La dejó sobre la mesa, entre una taza de café frío y un candelabro retorcido que lloraba cera

- Lo encontraron en su tocador. Puede usted decirme que es?

        Ella tomó la bolsa con sus manos, que ahora temblaban, y la abrió solemnemente como si fuera un testamento. Dentro había un mechón de cabello gris, perfumado con esencia de lavanda y un papel arrugado, donde se leía solo una palabra escrita a lápiz "devolución".

    La vidente apretó los labios

- El cabello de una mujer muerta entregado como una carta sin amor y esta palabra.. tan extraña...

-Y bien?..dijo el caballero

-Usted cree en los pactos?- preguntó ella alzando una ceja

- Creo más bien en los crímenes que no dejan huella

    La anciana sonrió. Dejó ver una sonrisa con un diente de menos. Le enseñaré lo que veo...

    Preparó el café con sus manos certeras. En esa casa no se tomaba café, solo lo usaba para sus invocaciones. Cuando comenzó a verterlo, parecía formar remolinos oscuros en la taza. Volcó con cuidado los posos en un platillo y se dispuso a examinarlos como quién lee jeroglíficos

- Veo un jardín con estatuas tapadas. Una criatura muda. Una copa de plata. Una fiesta donde nadie baila...y un anillo que cambia de dedo...Oh! -exclamó.. dejando caer el platillo

    El hurón se revolvió y el caballero se tensó

- Que ha visto?

- La muerte no vino sola. La marquesa compartió la copa con alguien más. Alguien que sigue vivo pero no por mucho tiempo. No puedo decirle aún quien es, pero sí que es alguien que quiso silenciar una historia que ocurrió hace muchos años. Usted sabe que era la marquesa antes de serlo?

- Era mi hermana- asintió el caballero

- Entonces usted sabe que el título no lo heredó, lo compró. Y que para tenerlo, hizo desaparecer su pasado.. incluida cierta niña que apareció flotando en el Sena.

- Esa niña era su hija- dijo el apretando el puño. Mi hermana nunca fue la misma después de aquello. Yo creía que había sido un accidente

La vidente negó con la cabeza

- Los posos del café no mienten señor. Yo veo un regreso. Alguien que ha venido a ajustar cuentas. Alguien a quién todos creían muerta, pero que ha aprendido a fingir la vida, y que conoce bien el lenguaje del veneno

    La puerta trasera crujió. Voltaire, se irguió como un viejo centinela y la vidente lanzó una mirada al caballero

- Viene alguien con usted?

- Nadie, vengo yo solo, con mis sospechas

    Un golpe secó avivó la tensión. La puerta se abrió sola y el viento trajo consigo un papel doblado que cayó sobre la alfombra. era una invitación a una cena de aniversario esa misma noche. Asistencia obligatoria en el Palacio de la Riviere. Debajo una nota a mano "se sirve justicia"

- Alguien más va a morir esta noche- dijo ella solemne- Vaya al palacio. pregunte por la criada muda. Ella vio más de lo que puede decir, pero cuidado...el que asesina no solo conoce el veneno, también sabe sonreír.

    El caballero se puso de pie. Dejó unas monedas sobre la mesa, aunque sabía que Clotilde no cobraba en francos, sino en secretos.

- Me dice al menos su nombre caballero?- preguntó fatigada

    El hizo una pausa  y le contestó.. Me llamo Louise, hijo del barón.. mejor llámeme " el caballero del pañuelo bordado".. y se marchó dejando a Clotilde con los ojos puestos en el platillo. 

    A los pocos segundos se formó una figura clara: Un hombre sin rostro, sin manos y sin pañuelo


    

    



04 junio 2025


 
EXHALÓN: 
EL NOMBRE ROBADO 
DE UNA ESTRELLA MALDITA

    

     Nadie recordará mi nombre cuando las torres de esta ciudad sean ruinas y la maleza cubra los mapas. Pero durante unos días fui la persona más peligrosa del mundo.Y todo comenzó por una imagen.

     No una fotografía cualquiera, sino una de esas visiones generadas por los nuevos oráculos inteligentes. Pedí a la IA que me mostrara la criatura más temible jamás creada por el hombre o algún dios, y me entregó un retrato..que más bien parecía una criatura de los avernos.

    Era hermosa y aberrante. Un ser de proporciones desmesuradas, alas como espadas y una dentadura que parecía recordar todas las guerras del mundo. No pude evitarlo, la descargué, la convertí a archivo 3D...y la imprimí

    Durante días, la impresora rugió como una bestia encadenada. Capa tras capa y filamento tras filamento, fue emergiendo de la nada. Cuando terminó, frente a mí se alzaba la estatua de un dragón del tamaño de un avión de guerra, con unas alas que bien podrían eclipsar al mismo sol. Rígida, muda y perfecta. la dejé en el centro de la nave un instante. El mismo tiempo que juraría que algo me observaba desde su interior.

    Aquella noche el cielo estalló. Un rayo más blanco que la ira de un dios enfurecido, atravesó el tejado e impactó directo en el pecho de la criatura. Hubo un segundo de silencio, luego un rugido. La estatua se movió. Primero la cola, que barrió las sombras del suelo de un latigazo sordo, luego las alas, que se desplegaron con un crujido destructor y después, el cuello se alzó, la mandíbula tembló y los ojos se abrieron como carbones encendidos en un pozo sin fondo

    El plástico fundido parecía músculo vivo. Sus ojos brillaban con un resplandor ancestral. Algún alma antigua y maligna la habitaba.

    No se si fue un accidente cósmico o un castigo divino, pero esa noche mi creación despertó. Salió a la calle como un profeta enfurecido y comenzó a destruir todo lo que encontraba. Edificios, coches, iglesias, banderas...había creado un monstruo.

    la ciudad gritó. Los sabios huyeron. Los soldados dispararon y nada sirvió. Y yo, su creadora, parada entre los escombros temblaba y no de miedo, sino de culpa. Porque yo lo puse en el mundo, y además lo nombré.

    Le di un nombre antiguo, de los que solo deben pronunciarse una vez, Exhalón. Y ahora me busca.

    Desde las alturas del distrito financiero, el dragón exhaló un rugido que quebró los cristales de diez manzanas a la redonda. Con cada paso que daba, el asfalto se agrietaba, y el aire se volvía mas denso y caliente, casi irrespirable, como si trajera una tempestad detrás de si. 

    Se detuvo frente a la torre de justicia, ese rascacielos insulso donde los poderosos jugaban a ser eternos. Alzó su ala derecha, que parecía ahora forjada de bronce vivo, y la dejó caer sobre el edificio. Una explosión de cemento y fuego iluminó la noche. Los noticiarios mostraron la escena en directo antes de que todo se fundiera, y luego la red cayó, y todas las comunicaciones cesaron.

    No había refugio ni consuelo. Solo esa figura imposible avanzando con serenidad. Las estatuas de las plazas ardían a su paso. Las iglesias se derrumbaban. Algunos juraban haber visto sombras arrastradas fuera de los cuerpos, como si el dragón les devorase el alma en cada movimiento.

    Pero no mataba al azar. No destruía la panadería de la esquina ni la escuela del barrio. Desgajaba las torres de poder, los bancos, los monumentos de tiranos..

    Me refugié en las catacumbas de la antigua biblioteca. Allí entre libros empolvados, encontré un texto que hablaba de nombres robados a las estrellas. De como ciertas formas, como la mía, no se pueden invocar sin pagar un precio. Entendí entonces que lo que imprimí no era una simple criatura. Le había puesto el nombre robado de una estrella, no se si por casualidad o por destino, y ahora debía pagar

    Al amanecer del tercer día, la ciudad ya no era ciudad. Era una ruina humeante, y en el centro él, inmóvil. Como si esperara a algo o a alguien. A mí

    Caminé hacia él bajo la lluvia negra, entre cenizas y hierros fundidos, sintiendo a cada paso, el peso de lo que había creado. Cuando estuve a unos metros, el dragón me miró. No con ira, sino como si viera en mí a otra condenada.

    Me arrodillé ante él, y no para suplicar. Solo para aceptar. Porque no hay redención para quién juega a ser dios sin comprender lo que invoca. Entonces el dragón se alzó. Extendió sus alas, y con un último rugido levantó el vuelo y desapareció en el horizonte envuelto en llamas. Dejando tras de sí, un cielo limpio, una ciudad muda y a mí...de pie, con las manos vacías, sabiendo cual habría sido el precio de crear un ser inmortal y desconociendo a la vez, por qué me habría dejado viva


30 mayo 2025


MONEDAS EN EL ALFEIZAR

     

    Nadie sabía su nombre. En el vecindario lo llamaban de distintas formas, según el piso desde el que lo vieran. Para el niño del bajo era "el señor raro", para la mujer del segundo "el de las monedas ". Algunos le añadían el apodo con sorna y otros, con esa intriga de las cosas que no se entienden, se limitaban a observar. Lo cierto es que nadie recordaba cuando había empezado

    Al principio fue una sola moneda, del céntimo más pequeño. Depositada con delicadeza sobre la piedra del alfeizar. Luego otra, y otra. Siempre los viernes. A la misma hora, cuando la luz empezaba a caer y los coches parecían más lentos de lo habitual. No se oía música. No se oía nada. Solo el tintineo leve del metal posándose sobre la piedra

    Era difícil saber que tipo de monedas usaba. Algunas parecían extranjeras, otras antiguas, otras deformadas ya por el tiempo. No seguían un orden ni un valor. Estaban ahí, en fila, como pequeños testigos iguales en importancia.

    Durante un tiempo, el hombre fue solo eso: un gesto repetido. Una figura que salía con su parsimonia a dejar su pequeña ofrenda metálica. Pero quienes sabían mirar, empezaron a notar detalles: sus pasos eran lentos y firmes. No miraba abajo al depositar las monedas, como quién ya sabe dónde colocarla. Sus ropas no eran de abandono, eran de alguien que ha dejado atrás la urgencia. Y que de cuando en cuando, cerraba los ojos un segundo tras soltar la moneda, con la necesidad de asentar algo dentro.

    El vecindario por costumbre o por miedo a romper el misterio, nunca tocó ninguna. Ni los niños que se asomaban curiosos, ni el barrendero. Aquel alfeizar tenía algo de altar laico, y eso bastaba para respetarlo.

    Se decía que cada moneda representaba un momento. Un recuerdo quizá. Una conversación perdida en el tiempo. Una buena tarde. Un logro pequeño. Una pérdida aceptada. Nadie lo sabía con certeza pero lo intuían. Y había cierta poesía en eso: una vida contada sin palabras, sin fotografías. Solo con aquellos pequeños círculos metálicos enfrentando la intemperie.

    Con el tiempo, alguien hizo la cuenta. Había ya más de doscientas monedas, lo que significaban probablemente más de doscientos viernes, más de doscientos momentos que habían merecido ser guardados. Tal vez no todos felices, pero al menos significativos. Momentos que en otra vida podrían haberse olvidado entre las prisas, entre facturas y cosas más urgentes. Pero allí estaban quietas, resistiendo el polvo, el viento, las lluvias..

    El no hablaba con nadie. Bajaba al mercado, saludaba con un leve gesto a quién le atendía,  pagaba en efectivo..y se iba. Nunca con prisa. Nunca con apuro. Como si el tiempo le perteneciera de otra manera

    Una mujer mayor del edificio de enfrente se atrevió a preguntarle, en voz baja, sin querer interrumpir demasiado, qué significaban las monedas. Él no respondió de inmediato. Sonrió y miró el alfeizar : "son...recordatorios" le contestó, escogiendo las palabras como le doliera desperdiciar alguna. 

    Por supuesto que habían leyendas. Se decía que había sido profesor de literatura. Que vivió en una casa grande con jardín antes de mudarse al tercer piso. Que hubo un amor, uno de verdad, y que se quedó por el camino. Y que cuando llegó a la jubilación, nadie lo esperaba. Pero todo eran suposiciones, bordadas alrededor de un silencio que nadie parecía querer interrumpir

    Un viernes no dejó moneda. Pasaron tres y el alfeizar quedó quieto, y las viejas monedas empezando a oxidarse. El vecindario sin decirlo, contuvo la respiración. No hubo mudanza ni ambulancia, solo ausencia

    Un mes después, sin aviso, apareció una moneda nueva. Más brillante, mas reciente. La semana siguiente otra..y así algunas más. Nadie supo si era el u otro continuando el gesto, pero eso no importaba. La historia no estaba en quién la empezaba, sino en lo que significaba. En esas monedas sobre la piedra, sumando el paso de los días. En esa forma de contar sin decir nada: "este momento lo viví sin dejarlo pasar del todo". Esa forma de resistir al olvido sin dramatismos, de recoger la vida sin exhibirla. De escribir un diario sin letras donde los viernes no se pierden. Son depositados como si el tiempo pudiera pesarse

    Ahora, en esa fachada se pueden ver ahí. Siguen aumentando, como si el tiempo siguiera colocando con sus manos cada nuevo fragmento. Como si todo el mundo se resistiera por un instante a que todo se evapore. Los turistas lo fotografían sin saber por qué. Los niños preguntan y los padres se inventan sus propias versiones. Y aunque nadie sabe con certeza el por qué, todos entienden sin palabras que algo ocurrió allí. Que son días, instantes, decisiones de quedarse, de mirar, de sentir algo. Algo humano, sencillo y verdadero que evitar olvidar. Cada cual a su manera puede encontrar su particular forma de colocar sus monedas en ese alfeizar. Sin alardes ni anuncios. Solo para recordar que no todo se escapa. Que mientras haya algo que colocar, aún hay algo que merece la pena ser vivido

24 mayo 2025


 EL TITIRITERO


    El titiritero llegó con su caja de madera y su teatro ambulante. Como cada sábado, desplegó sus cachivaches. Era conocido en plazas y foros. Su fama no nacía de los muñecos, que eran siempre los mismos, toscos y gastados, venía de lo que era capaz de hacer con ellos. Un solo movimiento, una frase y el público reía, lloraba o aplaudía. Siempre entregado. Usaba el miedo o la risa fácil. Su espectáculo era un baile emocional donde cada gesto estaba calculado. 

    Siempre funcionaba.

    Aquella tarde entre el público había una niña sola. Silenciosa. Se sentó en la tercera fila, entre una señora mayor y un hombre con gorra. No traía padres. No traía helado. Solo unos ojos que no parpadeaban.

    La función transcurrió como siempre. El titiritero seguía su rutina. Soldados, traidores, amantes imposibles. Historias de espadas y engaños...y después, las ovaciones, las risas, el murmullo de la gente. Todos reaccionaron como se esperaba.

    Excepto ella, que no se rio. No se asustó. No movió una ceja y tampoco aplaudió. Solo miraba. Como si supiera que la función no iba a ser nueva. Como si hubiera leído el guion antes que el.

    Él la notó. No era extraño ver niños entre el público, pero esta niña era un punto fijo en medio de la multitud

    Al sábado siguiente volvió a la misma plazoleta. La niña estaba en el mismo asiento de la misma fila. Y otra vez la misma expresión con ..ningún gesto.

    El titiritero, que solía ejecutar la función al milímetro, empezó a cometer errores. Una cuerda enredada, un diálogo trabucado, un chiste no provocó las risas. Pequeños fallos, nada trágicos..pero ajenos a su costumbre.

    Cada vez que fallaba, aquella niña inclinaba apenas la cabeza, como si estuviera tomando nota.

    A la cuarta función, el artista se levantó al amanecer inquieto. Había soñado que en mitad de la obra, el público se levantaba, miraba a la tercera fila y luego se marchaban..uno a uno...sin aplaudir

    Cambió el guión, cambió los muñecos..intentó ignorarla. Pero estaba allí Siempre en la tercera fila.

    Ahora cada función parecía una prueba. Los espectadores ya no reaccionaban igual. Los chistes tardaban. El miedo llegaba antes de tiempo. Como si alguien estuviera manejando sus historias con otras cuerdas

    Una noche, colocando su muñeco favorito, el traidor con el sombrero desajustado, creyó ver un leve gesto en la niña. Un parpadeo rápido, casi un tic..cuando la marioneta levantaba la daga. Supo que era ella. Que parecía manejar los hilos de su propia obra.

    La función de esa noche fue distinta. Volvió a improvisar, a romper su propio ritmo tan bien marcado. Dejó que los muñecos se contradijeran, que tropezaran, que hablaran a destiempo...y la plaza se desconcertó. La niña sonrió por primera vez.

    Desconcertado y como el que asume una derrota, la semana siguiente solo actuó. Una función mínima. Dos muñecos. Un diálogo simple. Sin dirección. Sin intención. Solo dejando que ocurriera.

    El público aplaudió igual. Unos reían, otros se emocionaban. La niña de la tercera fila, solo se levanto y se fue antes de acabar

    El titiritero se quedó solo. Mirando el banco de la tercera fila

    Esa noche, al recoger los hilos, pensó en retirarse. Pensó..que tal vez todo lo que había creado había sido solo una ilusión. Se le había desmoronado la idea de ser el maestro que dominaba las emociones de todo el que se asomaba a sus obras

    Y entonces la vio. Como un destello entre las sombras. Venía por un callejón oscuro, y al acercarse, logró ver con la luz de las farolas, que llevaba puestos unos zapatos extraños. Negros. Viejos. Demasiado grandes para ella...pero conocidos.

    Él los había visto antes. En otra plaza. Quizás en otro tiempo. En los pies de un titiritero que le enseñó el oficio y que desapareció un día sin despedirse.

    De pronto comprendió todo. Era una alumna. Una aprendiz callada que observaba cada gesto, tomaba lo que creía útil, y había  empezado a experimentar con su propio maestro. El titiritero

    Ahora sabía manipular sin tocar. Como tirar de los hilos desde la tercera fila. Podía romper su función sin entrar al escenario.

    Nunca más volvió a verla pero desde entonces, a veces, en mitad de alguna función, siente un tirón invisible en los hilos, sabiendo que no es su mano la que los mueve. Como si aún quedara una sombra en la tercera fila esperando su turno

    



23 mayo 2025

   

CRÓNICAS DE UNA CIUDAD ACOGEDORA.

  

    Dejé el coche en el taller. Otra perla oscura que me encuentro en esta ciudad. Una graciosa ratita, con el humor de un pequeño diablillo, decidió juguetear con un minúsculo tubo en el tanque del limpiaparabrisas. Volví a casa en autobús, mientras desmontaban mi pequeña gran máquina pieza por pieza con la paciencia de un verdugo, como si la quisieran desintegrar. Ahí empezó mi travesía en el tiempo, en una ciudad tan grande y tan mal comunicada. Me esperaban dos horas de camino, trasbordo incluido.

    Me siento en una fila lateral, junto a una ventana con más historia que limpieza y dejo que la ciudad me pase por los ojos. Una ciudad que no es mía, que es de otros. Y que nunca paseo por fea. Por desvencijada. Por su oscura leyenda o no tan leyenda y por estar tan podrida como el aire que se respira.

    Desde aquí, la ciudad no es ciudad. Es un escaparate triste de cosas que ya no funcionan

    El autobús avanza despacio. El conductor entiende que no hay prisa en un sitio donde todo está parado. Donde las obras son ruinas y las esquinas huelen a drama humano.

    Por la ventana se ven calles sin alma, donde las fachadas están más vacías que los portales. Locales cerrados con escaparates vacíos que aún conservan los rótulos de hace veinte años.. Carteles que dicen "se traspasa" cuando en realidad quieren decir "me rindo". Tiendas que venden hasta lo más insospechado, fácil y rápido. Chavales que fuman con risas..producidas por la química. Mujeres que caminan como si todo les doliera.

    Luego están los otros. Los que nunca se fueron del barrio, porque el mismo se los tragó. Los que viven al margen, donde la ciudad no pone ni farolas.

    Aquí no hay vecinos. Hay supervivientes. No te pintan una sonrisa, te enseñan los dientes. Vidas que no cantan. Remendadas. Que caminan arrastrando los pies y el alma, con los hombros caídos. La ciudad está muerta de vida. Desde el autobús, parece detenida, como si siempre fuera la misma hora gris.

    Hay barrios separados por una sola calle. A un lado casas relucientes con vidas de lujo y al otro, otras viejas, tatuadas y música trap. Hay mucha mezcla sí, pero no integración. Todos mezclados, pero cada uno con su código. Su bar. Su barrio. Su guerra. 

    Mucho asistente social, casi más que policía. Que también los hay, armados hasta las cejas, haciendo rondas esperando que algo salte. Cada cinco minutos

    Hay droga. En cada esquina. Alcohol a cualquier hora. Niños que nacen sabiendo y abuelos que lo han olvidado todo. Calles donde no entran ni la esperanza ni los repartidores

    Una niña pregunta si esos hombres con chaleco y metralleta son buenos o malos. La madre le contesta que no hable tan alto. Un anciano bosteza como quién ya ha visto esto demasiadas veces. Y yo, mirando por la ventana, me siento ya parte de todo este decorado.

    Giramos por un barrio donde las paredes están tatuadas por grafitis con nombres, fechas, insultos y un mural enorme con la cara de un chaval que murió antes de los veinte, en alguna huida en lancha. Otra de tantas. Mientras otros se cruzan por la calzada con patines trucados y móviles de mil euros.

    En este preciso momento, con el cuerpo cansado y la mente girando a mil revoluciones, con esa mezcla de olores de autobús, metal y pasado, recordé mi llegada. No hubo una vecina simpática con un bizcocho de bienvenida. Me recibió una persecución policial. Con pistolas, pinchos en el asfalto y agentes escondidos por las esquinas como si jugaran al escondite mortal. Escenas de película sin guion, sin actores guapos ni dobles.

    Vaya!, más de dos horas y aún no he llegado a casa. Me llaman del taller. Mi coche está arreglado!. Voy por él. Pero ahora vuelvo por la autovía, por donde todo parece ser "medio normal" y pienso que hay días que te sacuden y te recuerdan gritando con o sin palabras "que sigues viva, idiota! que aún no te ha tragado!"

20 mayo 2025


 LA DIMISIÓN DE ZÉFIRO

LAS SEGUNDAS PARTES NUNCA SUENAN BIEN


    Blue y Thin, habían disfrutado de una tranquilidad inesperada. La desaparición del Heavy del Blues, había dejado un silencio extraño en el aire. Un silencio que la propia Blue agradecía al firmamento cada noche. Por fin parecía que la tormenta se había calmado. Pero el reino fantasioso, tan lleno de luces y sombras, no tardó en reclamar su dosis de caos

    Después de años velando por el equilibrio del silencio, Zéfiro, sintió que la carga se hacía insoportable. Las miles de voces que clamaban desde ambos lados de los mundos, no le dejaban espacio para la paz. Cansado y con el corazón agotado, decidió dimitir, dejando un vacío peligroso en el aire

    Ante la ausencia del custodio, no pasó mucho tiempo hasta que frente a las antiguas puertas del mundo conocido, volvió a aparecer el Heavy del Blues, aquel músico callejero que la leyenda había olvidado, y que jamás dejó de vagar por los túneles del tiempo. 

    Pero esta vez no venía solo.

    A su lado caminaba un viejo amigo de sus tiempos heroicos. Un maestro de las melodías, capaces tanto de abrir portales, como de calmar tempestades. La fuerza de sus notas podían crear o destruir. El era el "tejedor de los puentes sonoros", el que conectaba los mundos a través de sus acordes, manteniendo la armonía entre lo tangible y lo etéreo. Aquí, es el hombre del acordeón.

    Junto a ellos, "el vidente del viento". Su flauta lanzaba notas erráticas, y sus melodías eran capaces de revelar secretos ocultos y presagiar los cambios del viento. Su proveniencia era un misterio, pero se decía que vagaba por los límites entre los sueños y la realidad. Aquí, es el flautista del túnel, y suele deleitarnos con una versión perfectamente desafinada de la melodía del Titanic, cuyos sonidos por el eco de las galerías, retumban como un orfeón en las sombras

    Una mañana cualquiera en la ciudad, una vibración imperceptible recorrió el suelo. Los más sensibles a los cambios: niños y gatos callejeros, quedaron quietos de golpe, mirando al horizonte sin saber por qué. Algo se había roto.

    En un rincón de la plaza, donde extrañamente el viento nunca soplaba, apareció una grieta en el aire. Se ondulaba como el agua, y de su centro salía un zumbido eléctrico. Algo que no era ni voz ni viento. Algo a medias.

    Blue y Thin fueron las primeras en sentirlo. Los cristales de puertas y ventanas rechinaron extrañamente. Thin dijo casi sin querer " ese silencio...está mal hecho"

    Y allí apareció él. El Heavy del Blues, con su mirada seria y comiéndose un yogur

    El hombre del acordeón cerró de golpe el fuelle y el flautista del túnel, dejó escapar una sola nota, que hizo temblar las ramas de un árbol seco.

    El Heavy sabía cual era su misión. Tendrían que sellar esa grieta antes de que el silencio se convirtiera en murmullo y después en estruendo, y la línea entre ambos mundos colapsara definitivamente.

    Esta grieta solo podría sellarse tocando la melodía original. Aquella que Zéfiro guardaba celosamente y ahora estaba perdida. Nadie la recordaba del todo.

    Blue lo supo antes de que nadie lo dijera. Lo sintió como las tormentas o las visitas inesperadas. Algo se iba a torcer. Entonces recordó. Una vez curioseando las rarezas de un duty free, había visto una canción extraña enmarcada entre las ofertas de los perfumes rancios y los relojes de imitación. 

- Está en el Duty Free- dijo Blue, y ese hombre la tiene colgada como si fuera un llavero caro.

    El dueño de ese pequeño espacio, era un ser con el alma seca. Detestaba el arte callejero, los músicos y estatuas vivientes. Es un hecho que a algunas, las ha hecho desaparecer. Así que debían urdir un plan  para robar esa fórmula magistral en forma de partitura. Los músicos lo distraerían con sus sonidos, mientras Blue se deslizaría entre los estantes. 

    Lo consiguieron!!. 

    Esa misma tarde, al caer el sol tocaron los tres al unísono. La melodía original brotó con fuerza. Fue como ver el cielo coserse. La grieta comenzó a cerrarse en espiral. En los últimos acordes, se oyó el suspiro colectivo de los niños y gatos que aún miraban al cielo.

    Pero nada en el equilibrio era gratis. Al flautista se le escapó un pitido tan estridente que se descosió un fragmento de la grieta.

    Desde entonces, la vida de los habitantes de esa pequeña ciudad, y en especial la de Blue y Thin, se convirtió en un infierno real. Un infierno con nombre y ..viento.

    El espectro de Zéfiro quedó desde entonces para soplar flequillos y los papeles de las esquinas. Cada vez que forman un remolino se escuchan las risillas del guardián.

    Los músicos allí siguen, tocando ahora los tres en la calle. 

    A veces la melodía suena a redención, a veces, a venganza.. pero normalmente ...suena a blues

    

18 mayo 2025


 PRISIONERA DE MI HISTORIA

    

    La librería olía a papel viejo y madera húmeda. Era como un santuario de secretos amontonados. No pensaba entrar, pero la lluvia me empujó como un dedo insistente clavándose en el hombro. El sonido de las gotas golpeando el cristal se mezclaba con el pasar de páginas del librero, que no levantaba sus ojos del libro que ojeaba.

    Cuando levantó la mirada para observar quién había interrumpido su tranquilidad, me sentí avergonzada de haber entrado tan estrepitosamente, y me dispuse disimuladamente a buscar algún título que llamara mi atención. Diablos! no había ninguno que me llamara. Mi atención la acaparaba el hombre del mostrador. Sabía como era sin apenas haberlo visto. Alto, delgado, con unos ojos extrañamente oscuros..

    Volvió a sonreir y me dijo como si me esperara: "sabía que vendrías"

    Me reí pensando que estaba usando conmigo alguna técnica de vendedor, pero el cruce de nuestras miradas, hizo que un escalofrío fuera inevitable

- Buscas algo en especial?- preguntó

- Solo he pasado a refugiarme de la lluvia.- mentí... mentí?

- Siempre es por algo más- masculló mientras sacaba un pequeño libro encuadernado en tela oscura.- Esto podría interesarte.

    Lo tomé por cortesía, pero al abrirlo, las páginas estaban en blanco. Cuando quise pedirle una explicación, el librero ya no estaba. Solo yo, las sombras de las estanterías y el murmullo de la lluvia

    Salí de allí sin comprar nada, pero al llegar a casa ese libro estaba en mi bolso. Lo dejé sobre la mesa, decidida a no tocarlo. Pero al día siguiente, sentí la necesidad de volver a la librería. El hombre me esperaba sonriendo

- Has vuelto, perfecto. Los personajes siempre regresan

- Personajes?- repetí con ironía

    El inclinó la cabeza, divirtiéndose a mi costa. - Todos somos personajes de alguna historia. Algunos solo tardan más en descubrirlo

    Quise marcharme, pero cada vez que lo intentaba, algo me llevaba de nuevo allí. La lluvia, una casualidad... Y cada vez que volvía, el librero tenía algo nuevo que decirme. "hoy descubrirás una mentira" al llegar a casa, descubrí que alguien cercano me había engañado. "mañana perderás algo valioso"..y mi viejo reloj desaparecido misteriosamente

    Ya evitaba las calles cercanas a la librería, pero los reflejos en las ventanas mostraban su rostro. La lluvia sonaba a su voz. Entonces entendí

    Era él, el que escribía mi vida. Cada palabra suya se convertía en sentencia. Por eso me dió un libro en blanco

    Ahora escribo esto mientras escucho su voz detrás de mí. No me vuelvo porque no quiero ver su sonrisa, pero sé que está ahí-

-Preparada para el final?- me dice

    La luz de mi habitación parpadea. Las sombras se alargan. Mi propio reflejo en la ventana sonríe, pero yo no estoy sonriendo. Su voz se clava en mi oído burlona.. "no importa cuanto corras. Ya estás en mi historia"

    Mis dedos se mueven solos, tecleando palabras que no son mías. El miedo me paraliza y oigo murmullos de risas.

    No hay puerta que me saque de esta historia, porque el librero nunca deja de escribir. Y una vez que entras en ella, sus páginas te atrapan para siempre. No hay final, solo una eternidad escribiéndote a su antojo. Y en cada página, se consume un pedazo de tu alma. Porque el librero no solo escribe historias...las encierra para siempre. Y si te atreves a ignorar sus palabras, susurrará tu nombre en la oscuridad...y entonces, ya no habrá dónde esconderse...

16 mayo 2025


 LA INSPIRACIÓN MALDITA DE CABRIÓSTIDES

    Cabrióstides, era un hombre de mirada afilada, una ceja siempre arqueada y una voz, cortante como una daga. Su mente, un laberinto de sarcasmos, buscaba siempre algo digno de ser despedazado. En su rincón literario, una oscura habitación donde la luz de una lámpara que agonizaba, iluminaba apenas su vieja máquina de escribir. Se sentía un pájaro viejo, un rey exiliado en su propio reino de palabras.

    Las palabras danzaban en su mente, pero se negaban a saltar al papel. Frustrado, golpeó la mesa. 

- Maldita inspiración, ven a mi!

    Entonces ocurrió. El aire se rasgó como un velo en sus pesadillas y unas garras invisibles lo arrancaron de su asiento. Cabrióstides sintió el vacío devorando su carne, el frío arañando sus huesos. Cuando recuperó el sentido, se encontró flotando en una llanura de niebla púrpura bajo un cielo agrietado.

    Veía colinas de carne palpitante y mares  oscuros y líquidos hasta donde alcanzaba su vista. A lo lejos, torres que se retorcían hacia el cielo mientras sombras amorfas trepaban por sus muros, como gusanos de carne podrida

-Un perfecto decorado de pesadilla para una historia de ensueño- murmuró. Y sus palabras se perdieron en el viento gélido

    Poco tiempo después surgieron otras criaturas. Masas abominables reptantes con mil extremidades y rostros que tenían muecas de dolor, tentáculos con ojos incrustados que parpadeaban al mismo tiempo y coros de voces que resonaban solo en su cabeza en lenguas extrañas. Cabrióstides, lejos de temer, se sintió eufórico esquivando zarpazos.

    Entre ese caos, comenzó a comprender. Aquello no era un mundo de terror, era un mar de historias, una biblioteca de horrores y maravillas que querían ser contadas. Cada grito, cada sombra..era un relato esperando ser escrito

    Así, armado con una daga de hierro ennegrecido que encontró en las ruinas de algún templo, luchó, no solo por su vida, sino por arrancar fragmentos de aquella locura y convertirlos en ideas

    De pronto, escuchó un leve traqueteo en su máquina de escribir

-Tengo que volver a mi rincón!. 

    Con cada palabra que pronunciaba, una brecha luminosa se abría ante el. Y sin dudarlo, se lanzó al resplandor, despertando de nuevo en su oscura habitación. Ahora la máquina parecía viva. Las palabras brotaban de su mente  y golpeaban el papel como un tambor. Cabrióstides reía. Cada palabra era una victoria robada al abismo

-Já já já Mundo de horrores, que patético intento de detenerme!

    Y así cambió su antigua máquina por un prodigio de la naturaleza con luces y sombras y escribía mientras danzaba en su danza frenética, sabiendo que allí, en la locura, había encontrado un mundo que jamás dejaría de inspirarlo

Pd del cuento/  Mientras sus dedos danzaban sobre las teclas, una vocecilla tenue parecida a un susurro, le murmuraba al oído: "escribe de mí..que soy la Gertrudis!!", y aunque Cabrióstides fruncía el ceño mientras la ignoraba concentrado en los suyo, la voz siempre regresaba, insistente y risueña

15 mayo 2025


EL HEAVY DEL BLUES

    Las horas se hacían largas en aquel local. Blue y Thin, dos trabajadoras incansables, intentaban concentrarse en su labor, pero su paz se veía rota casi a diario por la misma tortura: los aullidos estridentes del Heavy del Blues.

    Allí estaba, otra vez. Justo en frente de la puerta. Un hombre de melena enredada, ropas raídas y guitarra desafinada que aporreaba sin piedad a la vez que pataleaba sobre una especie de pedal. Su cara de éxtasis lo decía todo. Este hombre amaba la música, pero lo suyo no era tocar, sino martillear el aire con acordes que no conocían ni el ritmo ni la misericordia.

- Esto es insufrible! - exclamó Blue, cubriéndose los oídos

- Me va a estallar la cabeza! gritó Thin, mientras otro distorsionado acorde retumbaba como un trueno maldito.

    Entonces, entre suspiros y miradas desesperadas, algo curioso ocurrió. Las dos mujeres, casi al unísono, cerraron los ojos y desearon en silencio: "Que alguien...quién sea...se lo lleve de aquí!.

    El viento comenzó a soplar más que de costumbre, de manera extraña, levantando hojas y papeles, formando remolinos locos que parecían bailar sus desatinadas melodías.

    De pronto, frente al músico apareció una figura alta, envuelta en una capa oscura que flotaba como el humo

- Soy Zéfiro, el guardián del silencio -declaró con voz profunda-. Y tú, Heavy del Blues, has sido convocado para cumplir tu destino

- Eh? - el músico apenas tuvo tiempo de soltar su guitarra cuando el viento lo envolvió, y en un parpadeo, desapareció junto a la figura misteriosa

    Blue y Thin, se asomaron a la puerta incrédulas, disfrutando del silencio que por fin reinaba. Sin imaginar que en algún lugar lejano, el Heavy del Blues, había dejado de ser un ruidoso trovador callejero para convertirse en Sir. Bluesdark, el espadachín errante

    En el reino del silencio, Sir. Bluesdark, era un héroe que ya no derrochaba acordes desafinados. Ahora, blandía una espada brillante. Montado en un corcel de sombras, luchaba contra monstruos y protegía aldeas. Descubriendo que la verdadera música estaba en el clamor de las aventuras y en los ecos de los gritos de victoria.

    Cada vez que alzaba su espada, un acorde suave y perfecto sonaba, mucho mejor que los que había dejado en su vida de atrás.

    Con el tiempo, se unió a una compañía de guerreros errantes, donde encontró amigos leales y enemigos temibles. Cada batalla era una sinfonía de acero, y su nombre se convirtió en leyenda.

    Se enfrentó incluso a un dragón silencioso. Una criatura que devoraba sonidos, sumiendo a los pueblos en un mutismo aterrador. Con su espada que ahora cantaba notas perfectas, logró derrotar a la bestia y liberar las voces atrapadas.

    Fue nombrado entonces guardián del sonido, protegiendo para siempre las mas bellas melodías del mundo

    Pero aquel solo era el comienzo de su leyenda...

    El resto, está aún por escribir...si es que el viento se lo lleva...