La luz se fue sin decir adiós. El silencio eléctrico era tan raro, que hasta el vecino hablaba bajito.
El siglo XXI parecía haber caducado. Bienvenidos al apagón.
No hubo explosión, ni alarmas, ni cuenta atrás. Solo un parpadeo largo, como si el planeta hubiera cerrado los ojos un segundo...y olvidado abrirlos.
Primero se fue la luz. Un clic seco. Después el silencio. Ese silencio denso que solo
aparece cuando los electrodomésticos dejan de zumbar como moscas con ansiedad. La nevera se calló. El router y el móvil quedaron huérfanos, y nosotros más que ellos.
Por la noche desde la ventana, oscuridad. No una oscuridad cualquiera, sino esa con estrellas completas, sin contaminación lumínica ni carteles led estridentes
Algunos vecinos salieron con linternas, otros con velas. La señora de ahí enfrente, encendió un incienso y proclamó que había llegado "la purga energética del capitalismo". Nadie le discutió
Pasada la primera hora, le gente empezó a hablar..con otras personas, sin emojis. Algunos sonreían sin filtros. había otros comprando radios a pilas para envenenarse de titulares, e infernillos. "El gran apagón global!! causas desconocidas", decía una voz. Pero eso ya lo sabíamos. Los electrodomésticos estaban tan mudos como los noticieros
La vida se nos ha vuelto analógica por unos instantes. Nos hemos sentado a mirar el cielo como si fuese Netflix. Los grillos han sido nuestro nuevo hilo musical. todo un país sin electricidad. Un país con insomnio y con estrellas
Por fin ha vuelto la luz. El wifi ha resucitado, y con el, los móviles. Entre aplausos imaginarios (o no). Las redes se habrán llenado de memes del apagón, y todos lo vamos a recordar como una especie de revelación mística. Bueno, algunos simplemente habrán actualizado Instagram.
Yo, me guardo una vela y mi linterna en la mesita de noche. Por si acaso el mundo vuelve a pestañear. A veces, parece que solo seamos humanos cuando se va la señal. Aunque seamos sinceros, si llega el fin del mundo o nos vuelven a boicotear, que nos pille con la batería al cien por cien.
Solo me queda sugerir que algún alma caritativa escriba un manual de supervivencia para urbanitas en extinción.
Acabo ya, no por nada...es solo por si se vuelve a ir la luz...