Nunca supe de dónde venían. Solo que una tarde llegaron. No había sol. El cielo era gris espeso, de esos que pesan en la piel. En el claro del bosque, donde los pájaros jamás cantaban, me esperaban los ancianos, y estos hombres cuyos rostros desconocía.
No había odio en sus ojos, ni piedad. Solo un mandato antiguo. Tenían que hacerme olvidar.
Me hicieron caminar por la tierra roja. En el centro del claro, erguido y silencioso, estaba el gran árbol. Sus raíces gruesas parecían manos crispadas que se hundían en la tierra. Su tronco retorcido hablaba un lenguaje que ya nadie recordaba. Las ramas altas, se alzaban como brazos señalando al cielo, como si quisieran recordar algo que los hombres habíamos olvidado.
- Gira- dijeron...y yo giré
Cada vuelta que daba, la tierra parecía más blanda bajo mis pies. Los sonidos del bosque se apagaban, como si entrara en una habitación hermética. No sentía hambre, ni sed, ni el pasar del tiempo. Solo las vueltas
Me dijeron que después, no recordaría mi nombre, que no sabría la lengua de mis abuelos. Que las historias del fuego y del agua se borrarían de mi memoria.
Di la primera vuelta con los dientes apretados. La segunda invocando a mis muertos. La tercera, sintiendo el sabor de la ceniza. A cada giro, un recuerdo se soltaba como las hojas cuando son arrastradas por el viento.
El rostro de mi madre se borró primero. Luego, el sabor de las raíces que curaban el dolor.
Seguí girando. sabía que debía resistir. Que en algún pliegue del corazón debía guardar lo que era. Una palabra, un sonido o algo
El árbol no tenía prisa, había estado allí desde antes que los nombres. Su sombra me pesaba ya en los huesos.
Perdí la cuenta de las vueltas que había dado cuando las piernas comenzaron a flaquear. La cabeza me pesaba como piedra sumergida y el aire parecía espesarse en los pulmones.
-No luches!! susurraban voces lejanas. Serás nuevo!!. Pero yo no quería ser nuevo. Quería ser hijo de los míos y recordar los nombres secretos de las lluvias.
Caí al suelo. El mundo giraba sin mí. Oí unos pasos y unos brazos me alzaron. "ya está limpio" - dijo una voz
Me llevaron lejos del claro, hacia una estancia oscura y cerrada. No había luz ni aire fresco. Me dejaron allí varios días. Cuantos?.. quién habría podido contarlos?. Querían debilitar mi cuerpo, confundir mi mente y que mi mundo se volviera un sueño turbio y sin raíces.
Cuando abrieron la puerta, el sol me hirió los ojos. Había muchos igual que yo. Nos llevaron en filas, arrastrando los pies y nos llevaron, cruzando las puertas de las murallas, hacia la costa. Allí estaban las Puertas del No Retorno. Un arco de piedra abierto hacia el océano inmenso.
Más allá esperaban los barcos. Oscuros, apestosos y con jaulas. Una vez cruzado ese portal, jamás volveríamos. Todo quedaría en la tierra roja. Nuestras canciones y nuestras tumbas serían polvo olvidado.
Mientras caminaba al puerto, algo en lo más hondo se resistía. En el corazón sabía que no lo habría olvidado todo. Que un día volvería a recordar los nombres antiguos.
Yo fui esclavo, y ahora son los nombres antiguos los que cuentan mi historia. Dicen que es leyenda, pero es más real de lo que la leyenda se atreve a contar. Aquel árbol, era el Baobab del olvido
Hola, Finil, qué tema más duro tratas: la esclavitud, ojalá no existiera y nunca hubiera existido.
ResponderEliminarEn cuanto al árbol, el baobad es muy importante, por eso utilizarlo al final le da grandeza a tu relato y a lo que quieres expresar, el poder olvida. Muy bueno.
Un abrazo. 🤗
Buenas Merche!
EliminarTe puedes creer que después de leer la travesía en barco de Raices hace siglos ya..que solo recuerdo de ese libro precisamente esa parte por o que me impactó.. escuché esta historia en un reportaje?
Es totalmente verídica y así de cruda. Yo solo la he contado en primera persona. Tampoco me he inventado los nombres. Esa puerta del no retorno existe de verdad... y esos rituales que yo desconocía... también. Parecen totalmente los experimentos estos mentales que ya hemos comentado más de una vez. Después de esto, de que nos podemos sorprender ya?. No digas ná.. que seguro que la raza humana da para más..
Un abrazo Doña, que mañana lo pase bien ( y que yo lo vea)jajaja
Wow, Finil... ¡Qué relato! Tu relato tiene algo místico, ese "ritual" de olvido, que habilitaba a quienes lo imponían para decidir el futuro del que había "olvidado". ¡Qué importancia tiene recordar nuestras raíces! Sin ellas nos pueden hacer creer o hacer cualquier cosa. Mucha gente esclavizada llegó al Nuevo Mundo recordando... y hoy tenemos canciones, ritmos, comidas y hasta creencias místicas que recuerdan su origen. Me gustó mucho cómo lo has contado, y más la resistencia de tu prota que no se dobla fácilmente. Seguro que él, al llegar, fue uno de los que dejó su herencia, en las formas que ya he dicho, y que todavía hoy, resuenan. Un relato que disfruté en verdad. Abrazos.
ResponderEliminarBuenas Ana,
EliminarComo le he dicho a Merche, es verídico. Y yo, que no conocía estos detalles he flipado. Tal como iba escuchando la historia parecía que lo iba viviendo yo, por eso está en primera persona. Es verdad que a veces es mejor vivir en la ignorancia, que saber el asco que damos como humanidad.
Muchas gracias por pasar!
Un abrazo!
Ahora también somos esclavos. Además de olvidadizos, también ciegos. :)
ResponderEliminarBuenas Cabróniditis!
EliminarDoy fé. Seguimos siendo esclavos, pero encima cobarrdes porque ahora no tenemos cadenas físicas ni nos apuntan con rifles, así que no hay a quién culpar mas que a nosotros mismos.
Olvidadizos y ciegos..y sordos también. Todo lo malo.. nos tocó ser los últimos de la creación y fuera quién fuera el que nos puso aquí, ya no se le ocurrió nada bueno para nosotros jajaja (me rio.. pero es lo que hay). Así de triste es nuestra existencia.
Saludos!!
Uy Finil! Qué relato! Un temazo, duro y muy bien logrado, con arte y capacidad literaria. ¡Muchas gracias por esto! Un abrazote, de esos grandes 😚😚😚
ResponderEliminarGracias Maty!!
EliminarImpactante la verdad. Lo escuché y pensé que lo tenía que escribir, puede que solo para sacarme la impresión del cuerpo.
Estos días me he acordado de ti... luego te cuento...
Un abrazo grannde y gorrdo!!
Hola Finil, has escrito una historia que conmueve profundamente y dibuja un trasfondo emocional devastador. Me ha impactado cómo tejes una historia que, aunque envuelta en un aura casi mítica, aborda con crudeza el dolor de la esclavitud y la pérdida de identidad. Esa atmósfera densa va cargada de imágenes que se clavan en la memoria: el cielo gris espeso, la tierra roja, el gran árbol con raíces como manos crispadas. Cada detalle está lleno de simbolismo, y el Baobab del Olvido se erige como un personaje en sí mismo, imponente y cruel, representando la máquina de deshumanización que buscaba borrar la memoria de los esclavizados.
ResponderEliminarEl narrador, anónimo pero profundamente humano, transmite una lucha interna que es tanto personal como colectiva. Su resistencia a olvidar —"Quería ser hijo de los míos y recordar los nombres secretos de las lluvias"— es un acto de rebeldía silenciosa que resuena con fuerza. Las vueltas alrededor del árbol, descritas con una cadencia hipnótica, son un recurso narrativo brillante que refleja el proceso de despojo: cada giro borra un pedazo de su identidad, desde el rostro de su madre hasta las historias de sus ancestros. Sin embargo, la chispa de resistencia que persiste en su corazón, incluso cuando es llevado a las Puertas del No Retorno, da al relato un atisbo de esperanza en medio de la tragedia.
El texto se sostiene en la fuerza de sus imágenes y en la voz del narrador, que oscila entre la resignación y la lucha. La frase final, “Yo fui esclavo, y ahora son los nombres antiguos los que cuentan mi historia”, es un cierre magistral que reivindica la memoria y la identidad frente al olvido impuesto.
Es un relato que no solo se lee, sino que se siente en los huesos, como la sombra del baobab.
Un abrazo, dama de las letras.
Si que conmueve Don Marcos!! Buenas!!
EliminarY sobre todo porque no es una historia inventada. Todo esto existió. Y en un pueblo africano, sigue este árbol plantado en medio de una plazoleta ambientada con carteles y todo, donde se producían las ventas y subastas. También siguen existiendo la celda y la puerta del no retorno. No me acuerdo del nombre del pueblo, pero esas imágenes se me han quedado guardadas en la retina. Verlo en persona tiene que ser muy heavy, como un viaje en el tiempo porque conservan todo sin un ápice de modernidad. No hay asfalto ni nada.
Tenemos cada perla en la historia...y lo peor es que no aprendemos..
Gracias por pasar comandante.
Un abrazo
Hola, Finil. Qué relato tan desgarrador y poderoso. Refleja con crudeza una violencia que va más allá del cuerpo: es la violencia del olvido, de arrancar la memoria, las raíces, los nombres sagrados. Esclavitud no es solo una cadena, también es borrar la lengua, las canciones, las tumbas.
ResponderEliminarAún hoy seguimos viendo como se repite ese intento de borrar pueblos enteros. Lo que ocurre en Gaza, por ejemplo, duele profundamente, y eso que solo sabemos el uno por cien de lo que pasa en realidad. Querían acabar con todo un pueblo... y ya lo han conseguido. Somos una especie terrible.
Un abrazo 🤗
Buenas Beatriz!
EliminarPues sí, somos lo peor. Como especie en general, aunque yo creo que se podría especificar un poco más. Para ser terrible tienes que tener poder o ganas de tenerlo no? los de a pie no somos tan malos en general, aunque nos lo quieran hacer creer. Lo que si somos es bastante estúpidos por no cambiar las cosas viéndonoslas venir. Nunca lo entenderé. Fíjate hemos llegado a depender de algún colgado de turno que le de por apretar algún botón atómico nuclear que acabe con nuestra existencia. Al final, tenemos lo que nos merecemos.. a lo mejor la historia tiene karma también.
Gracias por pasar amigüi
Un abrazo
Finil, este texto deja un nudo en la garganta. No solo por lo que cuenta —que ya es brutal—, sino por cómo lo cuentas: con una voz contenida, digna, y una cadencia que arrastra como si fuéramos nosotros quienes damos esas vueltas alrededor del árbol.
ResponderEliminarHay imágenes que se quedan pegadas: las raíces como manos crispadas, el cuerpo girando mientras los recuerdos se sueltan, esa frase del final que lo resume todo sin necesidad de elevar el tono. Nada está exagerado, y por eso golpea más.
Y lo más tremendo es saber que esto ocurrió. Que existió ese árbol, esa puerta, ese ritual de borrado. Que no es leyenda. Que el olvido era parte del castigo. Pero lo que más duele es entender que, de otras formas, sigue ocurriendo. A veces sin látigos, sin barcos… pero con las mismas estructuras de poder que arrasan culturas, borran nombres y silencian memorias. Solo que ahora lo hacen con traje y corbata.
Gracias por escribirlo así, sin edulcorarlo, sin adornos. Directo al corazón, y a la conciencia.
¡Un fuerte abrazo, compañera!
Buenas Miguel,
EliminarMe alegro de verte por aquí de nuevo!
Bueno, a veces no hace falta subrayar nada. Los hechos hablan por si mismos y la historia y la memoria dejan señales siempre por ahí en alguna parte, aunque el tiempo las quiera silenciar.
Lo más terrible es que ocurrió, si. No me he inventado nada, ni siquiera la puerta del no retorno he nombrado para dramatizar. Existe y está de pie en un pueblo africano.
Me sorprende quizás más el hecho de que realizaran "esos trámites" a que existiera la esclavitud. Parece que por mas historias que conozcas nunca vas a saber donde está el límite de la crueldad humana.
Gracias por tus palabras, no sabía como escribir esto sin convertir una cosa que me impactó tanto escuchar, en un espectáculo, para que se leyera con respeto y reflejar un poco esa sensación que debieron vivir toda esta gente.
Me alegro que os haya gustado.
Un abrazo capitán
Hola finil, te has marcado un gran relato, un tema duro y desgarrador que has tratado con gran respeto. Directo al alma finil. Se me han puesto los pelos de punta conforme leía.
ResponderEliminarUn abrazo grande guapa😘🌹
Gracias Dakota
EliminarSi, duro y desgarrador, esas son las palabras exactas. Estoy contenta del resultado. Cuando lo leí me provoco lo mismo que cuando escuché esta historia. En fin, lo que está claro es que seguiremos sorprendiéndonos, por estos "pequeños" detalles ocultados de la historia.
Un abrazo amiga
Hola, Finil. Has escrito una historia demoledora, un relato crudo del no retorno que, por lo que leo en tus comentarios, está basado en la realidad. Aún es más duro en este caso. Me alegra que lo hayas traído al blog para que no quede en el olvido. Ha habido tantas vidas marcadas por esa situación.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo :-)