LA INSPIRACIÓN MALDITA DE CABRIÓSTIDES
Cabrióstides, era un hombre de mirada afilada, una ceja siempre arqueada y una voz, cortante como una daga. Su mente, un laberinto de sarcasmos, buscaba siempre algo digno de ser despedazado. En su rincón literario, una oscura habitación donde la luz de una lámpara que agonizaba, iluminaba apenas su vieja máquina de escribir. Se sentía un pájaro viejo, un rey exiliado en su propio reino de palabras.
Las palabras danzaban en su mente, pero se negaban a saltar al papel. Frustrado, golpeó la mesa.
- Maldita inspiración, ven a mi!
Entonces ocurrió. El aire se rasgó como un velo en sus pesadillas y unas garras invisibles lo arrancaron de su asiento. Cabrióstides sintió el vacío devorando su carne, el frío arañando sus huesos. Cuando recuperó el sentido, se encontró flotando en una llanura de niebla púrpura bajo un cielo agrietado.
Veía colinas de carne palpitante y mares oscuros y líquidos hasta donde alcanzaba su vista. A lo lejos, torres que se retorcían hacia el cielo mientras sombras amorfas trepaban por sus muros, como gusanos de carne podrida
-Un perfecto decorado de pesadilla para una historia de ensueño- murmuró. Y sus palabras se perdieron en el viento gélido
Poco tiempo después surgieron otras criaturas. Masas abominables reptantes con mil extremidades y rostros que tenían muecas de dolor, tentáculos con ojos incrustados que parpadeaban al mismo tiempo y coros de voces que resonaban solo en su cabeza en lenguas extrañas. Cabrióstides, lejos de temer, se sintió eufórico esquivando zarpazos.
Entre ese caos, comenzó a comprender. Aquello no era un mundo de terror, era un mar de historias, una biblioteca de horrores y maravillas que querían ser contadas. Cada grito, cada sombra..era un relato esperando ser escrito
Así, armado con una daga de hierro ennegrecido que encontró en las ruinas de algún templo, luchó, no solo por su vida, sino por arrancar fragmentos de aquella locura y convertirlos en ideas
De pronto, escuchó un leve traqueteo en su máquina de escribir
-Tengo que volver a mi rincón!.
Con cada palabra que pronunciaba, una brecha luminosa se abría ante el. Y sin dudarlo, se lanzó al resplandor, despertando de nuevo en su oscura habitación. Ahora la máquina parecía viva. Las palabras brotaban de su mente y golpeaban el papel como un tambor. Cabrióstides reía. Cada palabra era una victoria robada al abismo
-Já já já Mundo de horrores, que patético intento de detenerme!
Y así cambió su antigua máquina por un prodigio de la naturaleza con luces y sombras y escribía mientras danzaba en su danza frenética, sabiendo que allí, en la locura, había encontrado un mundo que jamás dejaría de inspirarlo
Pd del cuento/ Mientras sus dedos danzaban sobre las teclas, una vocecilla tenue parecida a un susurro, le murmuraba al oído: "escribe de mí..que soy la Gertrudis!!", y aunque Cabrióstides fruncía el ceño mientras la ignoraba concentrado en los suyo, la voz siempre regresaba, insistente y risueña