El viento retorcía las ramas de los árboles en el jardín, arrastrando hojas muertas que golpeaban las ventanas de la vieja mansión.
La luna, oculta entre nubarrones densos, apenas lograba derramar su luz sobre el caserón.
Dentro, el aire era frío, pesado. Los retratos de ancestros olvidados parecían seguir cada movimiento con los ojos apagados. El silencio solo era roto por algún chasquido puntual de la madera antigua. Esa casa palpitaba.
Luis estaba sentado en el despacho. Una amplia estancia iluminada por una lámpara de aceite, que proyectaba sombras largas y temblorosas. No había tocado la puerta, ni recordaba haber decidido entrar allí, pero allí estaba.
Ante el, un viejo ordenador cubierto de polvo. En el centro, una hoja de papel perfectamente limpia, y una pluma...que sin mano alguna, comenzó a escribir.
"tus pensamientos también son leídos Luis"
El trazo era elegante, fuerte. Luís retrocedió, pero la puerta del despacho se cerró con un golpe seco. El aire se volvió denso, casi irrespirable. El candelabro del techo osciló ligeramente..y un susurro...recorrió la habitación...
"Tus ideas vagan, y aquí encuentran su morada. El pensamiento que creías perdido, jamás estuvo solo"
Luís tragó saliva, tratando de no entrar en pánico. Una fina línea helada, recorrió su espalda. En el espejo arañado de la chimenea, una sombra pasó fugazmente. No estaba solo. La pluma continuó escribiendo..
"La desaparición de esa palabra, el misterio que has seguido con un detective. Creías que la buscabas?. No Luís. Ella te buscaba a ti. Al final te ha traído hasta aquí"
Las paredes crujieron como si se encogieran, y un gemido sordo brotó de las entrañas de la casa. La pluma ahora más rápida, dibujó una última frase
"Alguien siempre observa, siempre escucha. Tus pensamientos no son solo tuyos"
Un golpe seco sonó en la puerta, algo o alguien quería entrar. pero Luís sabía en el fondo, que ya estaba dentro.
El aire se volvió tan espeso como la niebla. Los músculos de Luís se tensaron. Quiso moverse...pero fue imposible. Sus brazos...sus piernas...incluso su respiración...se volvieron una brisa apenas perceptible.
Solo sus pensamientos seguían fluyendo, atrapados en una prisión inmóvil.
La lámpara parpadeó. La pluma cayó al suelo. Entonces una voz suave y helada le susurró al oído:
"La condesa de porcelana siempre te leía, Luís...y va a seguir leyéndote aunque no escribas"
El espejo se agrietó con un crujido seco, y en su superficie rota, el reflejo de Luís mostró dos ojos que no eran los suyos. Fijos. Abiertos..negros
El silencio se volvió denso..absoluto...Allí quedó atrapado en su propio cuerpo, en un tiempo detenido. Sin poder moverse, sin poder gritar. Como un testigo más, silencioso en un rincón oscuro de la vieja mansión. Hasta que alguien ...o algo...decida liberarlo. O hasta el final de los días.
Bienvenido a mi blog, Luís...donde todos caen de alguna manera. Como diría Cabrónidas...Já, Já, Já