MARIA ANTONIETA NO DIJO LO DEL PAN, PERO IGUAL ACABÓ SIN CABEZA
Ah, la revolución Francesa. Ese momento glorioso de la historia donde el pueblo, harto de pagar impuestos mientras la nobleza se empachaba de pasteles, decidió resolver las cosas al estilo más directo: con una guillotina. Y en medio de este caos, aparece nuestra protagonista: María Antonieta. Reina. Odiada y, lo más importante, convertida en meme con una frase que jamás dijo:
"si no tienen pan, que coman pasteles"
Mentira, calumnia. Fake news del S.XVIII. La pobre (bueno, no tan pobre) María jamás dijo eso. Fue una invención de los panfletistas revolucionarios que no perdían el tiempo en Twitter, pero sabían bien como hundir la reputación de una reina.
Pero espera que esto tiene más miga que el pan que no tenían. Esta frase aparece por primera vez en las confesiones de Rousseau y se la atribuyó vagamente a "una gran princesa" sin nombre cuando ella solo tenía 10 años y ni quiera estaba en Francia, vivía en Austria. Pero al llegar, porque era impopular, extranjera, frívola y derrochona a los ojos del pueblo, (porque tenía una colección de pelucas con mas volumen que las ideas ilustradas de su marido), les venía como anillo al dedo al estereotipo que querían construir: una reina, que ante el hambre del pueblo respondía con burla altiva. Una mezcla de propaganda política y difamación de manual
El resultado fue un linchamiento simbólico que terminó en decapitación literal.
Moraleja: cuidado con lo que No dices, que igual te cortan la cabeza
Pero no creas que solo ella lo pasó mal. La aristocracia en general vivía en un mundo paralelo, con pelucas del tamaño de caballos pequeños, abanicos estratégicos y un concepto de higiene, que haría llorar a cualquier dermatólogo. Eso sí, morían perfumados.
Mientras el pueblo sufría, la nobleza se entretenía con bailes, escándalos sexuales de palacio y apuestas absurdas como ver cuánto tardaba un burro en atravesar el jardín (y esto es real, por cierto).
Claro, hasta que el pueblo dijo "basta" y sacó la guillotina como quien saca la thermomix: para cortar de todo, en tiempo record.
Entre todas esas cabezas nobles rodando por París, una vez fue la de nuestra María Antonieta.
A sus 37 años de edad había pasado por un matrimonio político, una guerra de propaganda en su contra, una revolución, un encarcelamiento, la ejecución de su marido (Luis XVI), la separación de sus hijos y un juicio expres que fue más un espectáculo que justicia.
La arrestaron, la humillaron, la metieron en una celda y la dejaron sin peluquero (no te rías, que para una reina austríaca en el S.XVIII era una tragedia en sí misma).
Luego la subieron en una carreta sin amortiguación y la pasearon por la calle entre gritos y lanzamientos salivares
Ella aguantó con dignidad y con estoicismo, aunque sin peluca. Y cuando subió al cadalso, pisó sin querer el pie del verdugo y le pidió perdón
"perdón señor, no lo hice a propósito"
Y esta fue su última frase documentada, según los registros de testigos, incluyendo el del verdugo.
Tuvo clase hasta el final, aunque le cortaran la cabeza con la precisión de una mandolina revolucionaria.
Algún otro personaje al que pasarle el cuchillo literario?...
déjalo en los comentarios
aquí se viene a aprender...pero con muy mala leche...
Uff ,
ResponderEliminarsuponiendo
que tengamos
que pasar
cuchillos a
personajes
(nunca mejor
dicho) ,
recuperamos
el bienestar
en todo,un
saludo desde
una región
remota de
España no
continental.
es una forma menos aburrida de contarlo
EliminarSaludos
La pena es que luego no utilizaran la cabeza para jugar a los dardos, o el cuerpo para hacer prácticas de tiro con arco. ;)
ResponderEliminarNada Cabrónidas, cero aprovechamiento. Ni un juego de bolos ni una liga de tiro al noble. Luego nos quejamos del despilfarro moderno, pero mira los revolucionarios, tirando cuerpos como si no valieran una corona.
EliminarCualquier día organizamos algo. Tu pones la guillotina y yo el chiringuito. Nonono...mejor al revés..
Un abrazo con cabeza (todavía)
Uy la pobre, con 37 y todo lo que se le vino encima...
ResponderEliminarBueno, por lo menos el pan no se le vino encima, jeje.
Gracias por la info.
Un abrazo. 🤗
Sí Merche, con 37. Y le cayó encima la historia entera, menos el pan, que ese ni lo olió, y la cabeza..que literalmente se le vino abajo.
EliminarEsta pobre debió sacar un uno el día que nació
Saludos sin pan
¡Finil!
ResponderEliminarMe he reído solo de imaginarme a los revolucionarios sacando la guillotina como quien saca la thermomix, y lo de la liga de tiro al noble que comentabais por los comentarios… glorioso. 😂
Eso sí, qué bien traída la moraleja: cuidado con lo que no dices, que igual acabas sin cabeza. Lección que vale para el siglo XVIII y para el grupo de WhatsApp de la comunidad de vecinos.
Y María Antonieta, pobre, ni pan ni paz… pero al menos se despidió con más clase que la aristocracia entera junta. Aún sin peluca, jajaja lo de mandolina revolucionaria me ha encantado jaja
Un abrazo bien afilado, ¡que no decaiga la guillotina literaria!
Ehhh esos revolucionarios cocinillas cabreados, si hubieran tenido un grupo de Whats App seguro hubieran dicho: "Chicos, mañana picnic en la plaza!!. Llevar guillotina y algo sin gluten"
EliminarY la pobre Antonieta..ni pan, ni pasa, ni un triste moño de despedida. Pero se fue con más clase que un drama de época de Net...flix. (ais no puedo nombrar marcas que me eliminan las entradas. estoy cen...su..ra...da)
Saludos Amarientonietados!!
Buenos días, Finil. Me ha parecido un texto muy ingenioso y con un toque de humor ácido que lo hace muy entretenido. La forma en que mezclas datos históricos con un tono sarcástico y moderno es brillante: desde comparaciones como la guillotina con una Thermomix hasta el comentario sobre las pelucas con "más volumen que las ideas ilustradas de su marido". Logras pintar un cuadro sobre la Revolución Francesa y María Antonieta, desmontando el mito de "que coman pasteles" con claridad y un poco de indignación bien colocada.
ResponderEliminarAdemás, me gusta cómo humanizas a María Antonieta, mostrando su lado trágico —el linchamiento mediático del siglo XVIII, su juicio injusto y su final digno— sin perder ese tono ligero y mordaz. Lo de las "pelucas del tamaño de caballos pequeños" o la aristocracia "muriendo perfumada" son detalles brillantes, la mar de originales. Y el cierre, con esa última frase real de disculpa al verdugo, es un broche perfecto: irónico, triste y elegante a la vez.
Y qué decir de la moraleja sobre el poder de las palabras (o las no dichas) un guiño astuto que conecta pasado y presente.
Un abrazo.
Buenas Marcos!! Gracias por tu comentario!!
EliminarBueno eso busco en realidad, desmitificar y humanizar un poco a toda esta gente, para que el que lo lea no se aburra.
Es cierto que María Antonieta ha sido objeto de mucha leyenda y malos entendidos como la frase de los pasteles que nunca pronunció.
La campaña de desprestigio también fue real. Como pasa hoy en día no?. Unos dicen algo...los demás se lo tragan todo, y hunden a alguien en cero coma, sin esperar que se esclarezca la verdad. El relato real se deshace y la persona se convierte en víctima de un juicio mediático devastador (y menos mal que no hay guillotina)
Ya sabes: unos dicen mierda y nosotros amén
saludos informativos jajaja
Hola Finil: La clase hasta el final, sí señora. Y es preferible llegar tarde a una cita que mal presentado/a. Hay que respetar al otro/a. Aunque te guillotine. Saludos.
ResponderEliminarBuenas Blas!! caballero de tiempos y buenas costumbres.
EliminarSi bien se dice que "a la cita le va el presentado", mis recientes andares tan impuntuales como mi porte desaliñado, resultan más de burla que de nobleza.
Dejaré atrás esas malas artes que hacen temblar la honra puntual, y en alguna ocasión me pondré hasta guapa, no solo por vanidad, sino para que el mundo contemple la elegancia de una puntualidad renovada
Un abrazo de hidalga
Hola. Hay que ver, fue una especie de cabeza de turco? Tendria que ser de armas tomar al ir hacia la guillotina con ese temple. Me ha recordado a cierta esposa de cierto presidente del otro lado del mar que, al meter a los ciudadanos en un estadio de baloncesto, o en un sitio parecido, al quejarse ellos, solto la barbaridad de que por que se quejaban si antes no vivian mejor. En aquel momento no se me vino a la cabeza la iluestre Maria Antonieta, pero se me antojan muy parecidos los tiempos presentes y antiguos. Hasta que un grupo de desesperados pierda la paciencia... En fin. Que la vida sea un camino de rosas...
ResponderEliminarBueno, la historia de Maria Antonieta nos ha dejado bien clarito que cuando quienes ostentan el poder, pierden contacto con la realidad de su pueblo (sea cierto..o no...), las consecuencias pueden ser ..profundas.
EliminarMenos mal que ya no afilan guillotinas
Saludos Sus!!