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24 mayo 2025


 EL TITIRITERO


    El titiritero llegó con su caja de madera y su teatro ambulante. Como cada sábado, desplegó sus cachivaches. Era conocido en plazas y foros. Su fama no nacía de los muñecos, que eran siempre los mismos, toscos y gastados, venía de lo que era capaz de hacer con ellos. Un solo movimiento, una frase y el público reía, lloraba o aplaudía. Siempre entregado. Usaba el miedo o la risa fácil. Su espectáculo era un baile emocional donde cada gesto estaba calculado. 

    Siempre funcionaba.

    Aquella tarde entre el público había una niña sola. Silenciosa. Se sentó en la tercera fila, entre una señora mayor y un hombre con gorra. No traía padres. No traía helado. Solo unos ojos que no parpadeaban.

    La función transcurrió como siempre. El titiritero seguía su rutina. Soldados, traidores, amantes imposibles. Historias de espadas y engaños...y después, las ovaciones, las risas, el murmullo de la gente. Todos reaccionaron como se esperaba.

    Excepto ella, que no se rio. No se asustó. No movió una ceja y tampoco aplaudió. Solo miraba. Como si supiera que la función no iba a ser nueva. Como si hubiera leído el guion antes que el.

    Él la notó. No era extraño ver niños entre el público, pero esta niña era un punto fijo en medio de la multitud

    Al sábado siguiente volvió a la misma plazoleta. La niña estaba en el mismo asiento de la misma fila. Y otra vez la misma expresión con ..ningún gesto.

    El titiritero, que solía ejecutar la función al milímetro, empezó a cometer errores. Una cuerda enredada, un diálogo trabucado, un chiste no provocó las risas. Pequeños fallos, nada trágicos..pero ajenos a su costumbre.

    Cada vez que fallaba, aquella niña inclinaba apenas la cabeza, como si estuviera tomando nota.

    A la cuarta función, el artista se levantó al amanecer inquieto. Había soñado que en mitad de la obra, el público se levantaba, miraba a la tercera fila y luego se marchaban..uno a uno...sin aplaudir

    Cambió el guión, cambió los muñecos..intentó ignorarla. Pero estaba allí Siempre en la tercera fila.

    Ahora cada función parecía una prueba. Los espectadores ya no reaccionaban igual. Los chistes tardaban. El miedo llegaba antes de tiempo. Como si alguien estuviera manejando sus historias con otras cuerdas

    Una noche, colocando su muñeco favorito, el traidor con el sombrero desajustado, creyó ver un leve gesto en la niña. Un parpadeo rápido, casi un tic..cuando la marioneta levantaba la daga. Supo que era ella. Que parecía manejar los hilos de su propia obra.

    La función de esa noche fue distinta. Volvió a improvisar, a romper su propio ritmo tan bien marcado. Dejó que los muñecos se contradijeran, que tropezaran, que hablaran a destiempo...y la plaza se desconcertó. La niña sonrió por primera vez.

    Desconcertado y como el que asume una derrota, la semana siguiente solo actuó. Una función mínima. Dos muñecos. Un diálogo simple. Sin dirección. Sin intención. Solo dejando que ocurriera.

    El público aplaudió igual. Unos reían, otros se emocionaban. La niña de la tercera fila, solo se levanto y se fue antes de acabar

    El titiritero se quedó solo. Mirando el banco de la tercera fila

    Esa noche, al recoger los hilos, pensó en retirarse. Pensó..que tal vez todo lo que había creado había sido solo una ilusión. Se le había desmoronado la idea de ser el maestro que dominaba las emociones de todo el que se asomaba a sus obras

    Y entonces la vio. Como un destello entre las sombras. Venía por un callejón oscuro, y al acercarse, logró ver con la luz de las farolas, que llevaba puestos unos zapatos extraños. Negros. Viejos. Demasiado grandes para ella...pero conocidos.

    Él los había visto antes. En otra plaza. Quizás en otro tiempo. En los pies de un titiritero que le enseñó el oficio y que desapareció un día sin despedirse.

    De pronto comprendió todo. Era una alumna. Una aprendiz callada que observaba cada gesto, tomaba lo que creía útil, y había  empezado a experimentar con su propio maestro. El titiritero

    Ahora sabía manipular sin tocar. Como tirar de los hilos desde la tercera fila. Podía romper su función sin entrar al escenario.

    Nunca más volvió a verla pero desde entonces, a veces, en mitad de alguna función, siente un tirón invisible en los hilos, sabiendo que no es su mano la que los mueve. Como si aún quedara una sombra en la tercera fila esperando su turno

    



19 comentarios:

  1. He sentido esta entrada como una metáfora del sistema en el que vivimos. Nosotros somos las marionetas, claro. ;)

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    1. Buenas Cabrónidas!
      He tenido que leer de nuevo la entrada después de ver tu comentario. jajaja impactada me has dejado. Que creas que puedo escribir una metáfora tan rebuscada la verdad es que es un halago. No creo que fuera capaz, aunque daría el pego totalmente. Pero no, es una historia de esas que practico después de leer algún manual, este de manipulación mental. Y por lo que intuyo más abajo...más de uno se ha descolocado.
      Saludos !!

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  2. ¡Finil!
    ¿Titiritero? ¿Niña con zapatos?... jajaja
    Este relato es la trampa más elegante que me han tendido nunca. Reconozco el gesto: me has devuelto cada cuerda… pero afinada.

    En mi defensa: no había intención de manipular, lo juro por el zapato emocional. Solo quería compartir herramientas complejas sin que nos sangrara el alma. Y ahora tú vas y las usas para hackearme a mí. Poético y maquiavélico a partes iguales 😂

    Después dices que yo jaja. Me rindo. Ya hay nueva titiritera en el plató jajaja

    ¡Un fuerte abrazo, con hilo invisible incluido! 😉🤗

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    1. Buenas Tarkion
      Ya puedo tirar a la basura el pañuelito de encajes. Me alegra que lo hayas visto como una trampa, porque lo era jajaja. Quería hackearte si, como tu me has hackeado a mí con los manuales. Pero vista la revolussión..tendré que seguir buscando un estilo menos maléfico que se me adapte. A ver si lo encuentro. Seguiremos probando, sin más venganzas sutiles. Prometido!
      Un abrazo pacifico, con bandera blanca incluida

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  3. Hola, Finil, una niña fantasma que se mete dentro de los muñecos del titiritero, así lo he entendido yo (no sé qué les ocurre a Cabrónidas y a Tarkion, cada uno lo interpreta a su estilo, digo yo). Jajajajaja. Tenemos tendencia, el ser humano, a leer siempre entre líneas, es inevitable, pero es que contigo ese entre líneas, a veces, es cierto. No sé, ya nos dirás tú por dónde van los tiros.
    Un abrazo. :)

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    1. jajajaja Merche!! En realidad no es un espíritu, pero podría serlo perfectamente. De hecho lo parece.
      Entrelíneas yo? tampoco me he dado especial cuenta. Lo que sí ha quedado claro es que los experimentos estos de manipulación mental tienen su efecto. No tengo claro que me haya gustado tanto. Es una de mis pequeñas tropelías. En este caso intentaba manipular a un pequeño manipulador. Espero no haberte hackeado a ti.
      Un abrazo clarito clarito

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  4. Hola, Finil. Tu relato me ha parecido una obra llena de simbolismo y con varias interpretaciones. Una de ellas podría ser la del maestro, el que tiene el conocimiento y el poder, pero que no contempla la posibilidad de que alguien silencioso—la niña—pueda observarlo, aprender sus trucos y despojarlo de su autoridad. Sin siquiera tocarlo, la niña lo manipula hasta llevarlo al punto de soltar los hilos y dejar que todo fluya con libertad.

    Los zapatos simbolizan el lazo del titiritero con su pasado, un reflejo del ciclo de aprendizaje y poder que se repite. De alguna forma, él está viviendo lo que en su momento hizo con su propio maestro, como si la historia cerrara un círculo para recordarnos que nada es eterno y que los roles pueden cambiar inesperadamente.

    Me viene a la mente una frase que escuché de un periodista de la vieja guardia: "Nunca olvides que cuando enseñas algo importante a alguien, estás enseñando a Dios y al diablo al mismo tiempo, porque nunca sabes qué camino tomará esa persona con el paso de los años".

    Otra lectura posible es la de la manipulación, ese hilo invisible que nos ata a todos en mayor o menor medida. Siempre habrá alguien en la multitud—como la niña—capaz de ver más allá, de descubrir los hilos que mueven a las marionetas.

    Muy buen relato. Pero vaya, te habrás quedado a gusto después de escribir algo así 😂

    Un abrazo sin hilos 🤗

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    1. Buenas Beatriz!!
      Exactamente, eso es!
      No es más que la historia de una "pequeña saltamontes" que intenta aprender cosas de un maestro sabio, y que a partir de sus propias triquiñuelas de manipulación, acaba manipulándolo a el.
      Tan retorcido se lee?... Al final me lo voy a tener que mirar jajajaja
      Un abrazo, sin trucos ni marionetas!!

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  5. Ahhhhh, vale, ahora lo comprendo todo, jajajaja, yo lo leí muy literal, demasiado, y con la espesura de mente que tengo estos días. Creo que a Miguel no se le puede hacer caso tampoco de manera tan literal, que luego pasan estas cosas y sí, hasta a mí me descolocó.
    Como dice Miguel, eres una crack.
    Un abrazo. 🤗

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  6. Finil, te ha quedado de lujo. Estas hecha una gran aprendiz, jajaja.
    Ya me he enterado de lo que pasa con la niña que se mete en el armario y se en uentra un zapato con una nota.
    Es la elegida, una mente capaz de manipular al manipulador, jajaja.

    Abrazo grande 🤗

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    1. Gracias Mari!!!
      Un lujo es verte por aquí siempre dando ánimos al personal.
      Ves? ya la historia tiene otro color. Seguimos aprendiendo, que por estas páginas hay mucho talento!!
      Un abrazo grande no, in-finil-to

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  7. Finil, me ha encantado tu historia. Esa niña tan enigmática, a la que con un par de pinceladas nos la presentas: sola, silenciosa, sin padres, sin helado. Sin tantas palabras nos la pintas de cuerpo entero. Me encanta la idea de que ella se haya metido a manejar las marionetas, a cambiar las historias, a hacer que ese titiritero se plantease mil cosas, si aun era capaz de manejar las emociones, si aún era bueno en su oficio. La niña y su arte como el desafío constante que nos hace mejorar o de plano abandonar. Y bueno, el final que sugiere que hay algo en esa niña de alguien más antiguo, algún maestro de otro tiempo... Me gusta todo lo que tu relato sugiere. Enhorabuena por él. Me gustó muchísimo. Saludos.

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    1. Gracias Ana!!, me hace tremendota ilusión que me digas todo eso.
      A veces, como la vida misma, basta una pequeña criaturita dando un paso al frente para desordenar los esquemas del gran maestro.
      Lo que si es verdad es que escribir esto, me ha dejado bastantes cosas en que pensar...
      Un abrazo compañera

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  8. Todos tenemos a alguien en la tercera fila moviendo los hilos de forma sigilosa, buen relato

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    1. Hombre Carcharot!! Que ilusión verte por aquí!!.
      No los nombres demasiado alto que los de la tercera fila se dan por aludidos rápido jejeje. Bueno los hilos están por tods partes, pero es cuestión solo de cortarlos cuando se tensan.
      Me alegra que te haya gustado.

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  9. Hola Finil. Menudo cuento que has creado mezclando misterio y un toque de magia cotidiana, de esos que te hacen releer para saborear cada detalle. Ese titiritero maestro enfrentado a una niña enigmática que desmonta su control sin mover un dedo es de lo más atractivo.
    Me encanta cómo conviertes una simple plaza en un escenario de intriga psicológica. El titiritero, con sus muñecos toscos pero hipnóticos, es un personaje que destila carisma y fragilidad a partes iguales, y su habilidad para manipular emociones con un gesto es puro arte. La llegada de la niña, con esos ojos que “no parpadeaban” y su presencia imperturbable en la tercera fila, es escalofriante y fascinante, como si fuera un espejo que refleja las grietas del maestro. La forma en que ella desestabiliza su rutina perfecta, haciendo que enrede cuerdas y falle chistes, es una metáfora clara de cómo el control puede desmoronarse ante lo impredecible. El giro final, cuando descubre que ella es una aprendiz que ha aprendido a “tirar de los hilos desde la tercera fila”, es un cierre redondo que te deja con la piel de gallina, preguntándote si el titiritero volverá a ser el mismo.
    Es una historia que te hace pensar en quién maneja los hilos de nuestras propias vidas. ¡Un aplauso para este duelo de titiriteros!

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    1. Buenas Marcos!!
      Lo bueno es que el titiritero al menos se quede pensando si en realidad lo fue alguna vez o estuvo manejado como una marioneta desde el principio jajaja
      En realidad todos llevamos hilos. Lo que si tendríamos que preguntarnos, es quién nos los sostiene o si somos nosotros mismos los que nos hemos enredado en ellos..
      Un abrazo Don Marcos!! Me alegro verte por aquí

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  10. Hola, Finil. Menudo relato has escrito, con esa niña que hace descomponerse al titiritero y todo el universo del espectáculo que ha creado a lo largo del tiempo. En el fondo, lo manipula y deja que esas dudas que todos podemos tener hacia lo que hacemos lo invadan.
    Un fuerte abrazo :-)

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    1. Gracias por venir Miguel, te ha gustado?
      Al final estamos todos manipulados, en la vida y en el trabajo. No hay dudas. Lo único que todavía manejamos sin hilos y con libertad son los pensamientos. A ver cuanto nos dura..
      Un abrazo apañaoo!!

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