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30 mayo 2025


MONEDAS EN EL ALFEIZAR

     

    Nadie sabía su nombre. En el vecindario lo llamaban de distintas formas, según el piso desde el que lo vieran. Para el niño del bajo era "el señor raro", para la mujer del segundo "el de las monedas ". Algunos le añadían el apodo con sorna y otros, con esa intriga de las cosas que no se entienden, se limitaban a observar. Lo cierto es que nadie recordaba cuando había empezado

    Al principio fue una sola moneda, del céntimo más pequeño. Depositada con delicadeza sobre la piedra del alfeizar. Luego otra, y otra. Siempre los viernes. A la misma hora, cuando la luz empezaba a caer y los coches parecían más lentos de lo habitual. No se oía música. No se oía nada. Solo el tintineo leve del metal posándose sobre la piedra

    Era difícil saber que tipo de monedas usaba. Algunas parecían extranjeras, otras antiguas, otras deformadas ya por el tiempo. No seguían un orden ni un valor. Estaban ahí, en fila, como pequeños testigos iguales en importancia.

    Durante un tiempo, el hombre fue solo eso: un gesto repetido. Una figura que salía con su parsimonia a dejar su pequeña ofrenda metálica. Pero quienes sabían mirar, empezaron a notar detalles: sus pasos eran lentos y firmes. No miraba abajo al depositar las monedas, como quién ya sabe dónde colocarla. Sus ropas no eran de abandono, eran de alguien que ha dejado atrás la urgencia. Y que de cuando en cuando, cerraba los ojos un segundo tras soltar la moneda, con la necesidad de asentar algo dentro.

    El vecindario por costumbre o por miedo a romper el misterio, nunca tocó ninguna. Ni los niños que se asomaban curiosos, ni el barrendero. Aquel alfeizar tenía algo de altar laico, y eso bastaba para respetarlo.

    Se decía que cada moneda representaba un momento. Un recuerdo quizá. Una conversación perdida en el tiempo. Una buena tarde. Un logro pequeño. Una pérdida aceptada. Nadie lo sabía con certeza pero lo intuían. Y había cierta poesía en eso: una vida contada sin palabras, sin fotografías. Solo con aquellos pequeños círculos metálicos enfrentando la intemperie.

    Con el tiempo, alguien hizo la cuenta. Había ya más de doscientas monedas, lo que significaban probablemente más de doscientos viernes, más de doscientos momentos que habían merecido ser guardados. Tal vez no todos felices, pero al menos significativos. Momentos que en otra vida podrían haberse olvidado entre las prisas, entre facturas y cosas más urgentes. Pero allí estaban quietas, resistiendo el polvo, el viento, las lluvias..

    El no hablaba con nadie. Bajaba al mercado, saludaba con un leve gesto a quién le atendía,  pagaba en efectivo..y se iba. Nunca con prisa. Nunca con apuro. Como si el tiempo le perteneciera de otra manera

    Una mujer mayor del edificio de enfrente se atrevió a preguntarle, en voz baja, sin querer interrumpir demasiado, qué significaban las monedas. Él no respondió de inmediato. Sonrió y miró el alfeizar : "son...recordatorios" le contestó, escogiendo las palabras como le doliera desperdiciar alguna. 

    Por supuesto que habían leyendas. Se decía que había sido profesor de literatura. Que vivió en una casa grande con jardín antes de mudarse al tercer piso. Que hubo un amor, uno de verdad, y que se quedó por el camino. Y que cuando llegó a la jubilación, nadie lo esperaba. Pero todo eran suposiciones, bordadas alrededor de un silencio que nadie parecía querer interrumpir

    Un viernes no dejó moneda. Pasaron tres y el alfeizar quedó quieto, y las viejas monedas empezando a oxidarse. El vecindario sin decirlo, contuvo la respiración. No hubo mudanza ni ambulancia, solo ausencia

    Un mes después, sin aviso, apareció una moneda nueva. Más brillante, mas reciente. La semana siguiente otra..y así algunas más. Nadie supo si era el u otro continuando el gesto, pero eso no importaba. La historia no estaba en quién la empezaba, sino en lo que significaba. En esas monedas sobre la piedra, sumando el paso de los días. En esa forma de contar sin decir nada: "este momento lo viví sin dejarlo pasar del todo". Esa forma de resistir al olvido sin dramatismos, de recoger la vida sin exhibirla. De escribir un diario sin letras donde los viernes no se pierden. Son depositados como si el tiempo pudiera pesarse

    Ahora, en esa fachada se pueden ver ahí. Siguen aumentando, como si el tiempo siguiera colocando con sus manos cada nuevo fragmento. Como si todo el mundo se resistiera por un instante a que todo se evapore. Los turistas lo fotografían sin saber por qué. Los niños preguntan y los padres se inventan sus propias versiones. Y aunque nadie sabe con certeza el por qué, todos entienden sin palabras que algo ocurrió allí. Que son días, instantes, decisiones de quedarse, de mirar, de sentir algo. Algo humano, sencillo y verdadero que evitar olvidar. Cada cual a su manera puede encontrar su particular forma de colocar sus monedas en ese alfeizar. Sin alardes ni anuncios. Solo para recordar que no todo se escapa. Que mientras haya algo que colocar, aún hay algo que merece la pena ser vivido

25 comentarios:

  1. Estas cosas son así de sencillas, y el caso es que acaban de la misma manera sencilla a como empezaron. Y cada vez hay más gente que no lleva suelto...

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    1. Buenas Cabrónidas!!
      Esa frase me hubiera venido genial para terminar esta historia. Cachis en la mar..me la tendrías que haber dicho antes! jjaajaja
      Un día tenemos que escribir una historia a medias. Tu te imaginas lo que puede salir de ahí? jajaja terror absoluto
      Saludos y una moneda, para que empieces tu montón

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  2. Hola finil.
    Que bonita historia, un gesto lleno de sencillez, un símbolo al recuerdo, que alguien decide continuar. Hay cosas que transmiten sin que sepamos el motivo.
    Un abrazo guapa 😘

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    1. Buenas Mari,
      Pues te voy a decir una cosa, es hasta para pensárselo..al final del año un recuento de momentos seguro que por lo menos nos dejan algo en lo que pensar..o que?
      Un abrazo y otra moneda (pa ti, una chocolatina tambien jajajaj)

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  3. Hola Finil, leí tu relato con mucho interés. El enigma de las monedas es potente. Las monedas como símbolos de momentos. Los momentos de felicidad o de tristeza son intangibles, se quedan flotando en la memoria y algunos se desvanecen, otros perduran pero no hay nada que nos lo recuerde. Las monedas, en tu relato, lo hacen. Me encanta que los vecinos respeten ese altar de momentos donde alguien ha dejado simbólicamente un pedacito de su vivir. Saludos.

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    1. Buenas Ana
      Tus palabras me han parecido especialmente valiosas, porque parece más fácil contar algo sin contarlo del todo.
      Quizás por eso me ayudé de algo simple y material como una moneda, para recordarnos lo ingratos que podemos ser a veces cuando nos quejamos de cosas, la mitad sin importancia, sin pararnos a pensar que la vida está llena de momentos, y no todos son malos. Es una forma de hacer balance no?. Me alegro que te haya llegado.
      Saludos

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  4. Hola, Finil: Me gusta tu relato porque que recuerda otros. En primer lugar, utilizar la palabra alféizar tiene importancia, es hermosa y casi nadie la usa. 2, las vasijas cerámicas que contenían el aceite o el vino de la Bética se acumularon en un lugar de Roma que dio lugar al Monte Testaccio. También me recuerdan la acumulación de tesoro de los enanos en Tolkien o el deseo de todo alquimista a través de la historia de la fórmula áurea. O que a los omeyas cordobeses las preferían rubias, aéreas. Abrazos, Finil.

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    1. Donde pone aérea debe poner áurea

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    2. ¡Finil, pero qué bonito escribes! Ya lo notaba yo en tus comentarios, en todos dejas algo de ti. Esto de las monedas me ha gustado mucho, recuerda cosas que jamás se olvidan. Tu manera de contarlo lo hace especial, más aún. Los recuerdos plasmados, es algo muy bello. Un fuerte abrazo Finil ❤️🌹

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    3. Buenas Blas!!
      Me alegro que esta palabra te recuerde tantas cosas, desde las ánforas béticas hasta las lujurias doradas de los Omeyas cordobeses, que sabían muy bien donde poner el ojo.
      Bien podríamos acumular relatos en el monte Testaccio como ánforas vacías, pero es más sencillo llevar moneditas no?
      Gracias Blas por dejar tus memorias en mi alfeizar particular, que también me valen
      Un abrazo historico

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    4. Buenas Maty,
      Me alegra que te haya gustado y como últimamente no consigo escribir lo que quiero, me animan un montón tus palabras. Porque al final eso quiero, dejar un trocito mío y que alguien lo encuentre, le guste y se lo guarde. Gracias por leerlo y compartir un ratillo conmigo.
      Un abrazo grande con una monedita, para que no se te olvide

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  5. Hola, Finil, qué bonito, me ha encantado la historia y la simbología que tiene. Estamos hechos de momentos que atesoramos, y hay que quedarse con lo bueno y desterrar lo malo y seguir viviendo a pesar de los pesares. Te felicito por tu relato.
    Un abrazo. 🤗

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    1. Uy Merche que te pones sensiblona!!
      Pues mira sí, estamos hechos de momentos, y nos tenemos que quedar con los buenos, que los malos ya tienen bastante con perseguirnos solos. A estos los tenemos que hacer memorables y reírnos de ellos, que a veces hay que echarle una mano al destino (o darle una patada)
      Te mando un abrazo y a ti..unos dados, mejor que una moneda jajaja

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  6. Qué bonito, Finil. Las monedas como testigos silenciosos de momentos vividos, que no se quieren olvidar del todo. Y ese alfeizar, convertido también en una especie de diario silencioso. Hay recuerdos que deseamos conservar, es lo que creo que simbolizan esas monedas, al margen de quien las deposite allí.

    Un abrazo... con algunas monedas invisibles para tu alfeizar 🤗🪙

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    1. Gracias Beatriz!!
      Después de escuchar a mucha gente quejarse por todo, te paras a pensar que también toca mirar de vez en cuando lo bueno que nos pasa, que en realidad es la mayoría, y no lo vemos. Me pareció curioso y original contarlas de esta manera.
      Así que si te ha gustado me alegro.
      Gracias por pasar y dejar tu monedita de ánimo por aquí
      Un abrazo y un momento

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  7. ¡Buenas, Finil!

    Me ha encantado tu relato. La imagen de las monedas como símbolos de momentos vividos me parece preciosa, porque al final somos eso: un cúmulo de recuerdos, emociones y pequeños instantes que vamos dejando atrás, pero que siguen formando parte de nosotros.

    Me gusta mucho cómo lo has contado, con esa naturalidad que hace que todo parezca sencillo, pero que en el fondo resuena bastante. Y es que, si lo piensas, ¿qué es la realidad si no ese entramado de recuerdos y sentimientos que intentamos atrapar de alguna manera?

    Este gesto de las monedas me parece mágico, una forma humilde y poderosa de resistirse al olvido. Gracias por dejar en este relato una de esas monedas invisibles que uno no quiere perder. Me ha encantado y me guardo esta moneda, con o sin tu permiso jaja

    ¡Un fuerte abrazo, compañera! 🤗
    Pd: y de regalo: 🐉
    😉

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    1. Buenas Tarkion.
      Me alegro que te haya gustado y por supuesto es un honor que te guardes esa moneda, así cuando estés de bajón recuerdas que todos estamos llenos de esos momentos buenos que olvidamos tan fácilmente.
      Un abrazo para las memorias
      Y el lagarto me lo quedo yo jajaja

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  8. Hola, Finil. Pues también a mí me ha gustado muchísimo tu cuento. Una historia llena de dulzura con un personaje hecho de silencios que emociona en su intento de dejar constancia de lo vivido, de luchar contra la soledad y el olvido. Precioso también el gesto del vecindario manteniendo el rito. Un relato hondo, melancólico en el tono y con un final lleno de esperanza. Fantástico.

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    1. Gracias Marta!!
      Me hace ilusión que te haya gustado.
      Si es como una pequeña resistencia a olvidar los detalles y las cosas buenas que nos van pasando mientras buscamos la supuesta felicidad completa, que se nos va pasando la vida en esos pequeños momentos y no nos damos cuenta. Aunque sea de vez en cuando, tenemos que dejar constancia de que están ahí, y no olvidarnos de ellos.
      Muchas gracias por pasar y leerlo
      Un abrazo y una monedita para ti!

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  9. Mira, Finil, leer tu indiscutible arte con las palabras como muestras en este relato me ha ayudado a entender que la vida no se forma a base del presente y se acabó, o de mirar al futuro constantemente porque nos merecemos mejorar, crecer, seguir la luz de no sé que objetivo... Eso está bien también, pero sin excluir mirar al pasado y anotarte los logros o las satisfacciones o momentos de amor al otro, quién sabe qué más. Cada cual con su mochila, pero no esa que contiene solo piedras, peso bruto de infaustos recuerdos, no, sino la que llenamos con nuestros mejores deseos, sueños, éxitos y también, por qué no, fracasos. Porque creo que hay fracasos que pueden levantarte del polvo y ponerte en pie con más fuerza.
    Cada una de esas consideraciones y muchas más contribuyen a aumentar el montoncito de monedas.
    Excelente enseñanza la que se desprende de tu relato, Finil.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Buenas Marcos,
      Has dado en el clavo. No hay que olvidarse del pasado, ni de los fracasos porque esos son de los que hemos aprendido y podemos seguir aprendiendo. Siempre vivimos (y hablo en plural porque esto no me pasa a mí sola, nos pasa a todos...) buscando ese "estar mejor" para entonces si ser felices del todo. Del todo?...eso cuando se da?, mientras se nos pasa la vida y no nos damos cuenta.
      Así que esto, nos recuerda a todos, y a mí la primera, que no hay que vivir colgados del futuro, ni paralizados por el pasado, pero tampoco ignorarlo por futuros tiempos mejores, porque en todo ese camino hay "monedas" de las buenas, que aunque no siempre brillen, algo nos aportan: si no es alegría, será sabiduría, y ahí están.
      Hay que vivir en el presente y disfrutar de vez en cuando de como brillan las monedas que llevamos hoy en el bolsillo, que mañana...igual no estamos..
      Estoy muy filosófica últimamente...
      Un abrazo Don Marcos, y gracias por asomar..

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  10. Disfrutar el presente, si, sin olvidar el pasado ni atarse a supuestos objetivos que nos marquen el futuro. Me encanta cuando te pones filosófica, Finil.
    Otro abrazo para ti, maestra de las letras.

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    1. Gracias Marcos!, hasta colorá me he puesto jajaja
      Si de vez en cuando filosofeo, aunque prefiero no darle muchas vueltas a las causas profundas porque acabo triste y ojerosa, y por mala suerte del destino, una no se puede dejar caer.
      Asi que un abrazo, y palante! como los de Alicante!

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  11. Hola, Finil. Me ha gustado mucho tu relato. Tiene unos elementos que le dan un carácter especial: El hecho de que use monedas, aunque sean de poco valor, en lugar de guijarros u otros objetos pequeños, en un lugar accesible y nadie los toque hace que transmitas el valor del respeto en un tiempo donde cada vez escasea más. Además, dejas abierto quién continúa amontonándolos, si quien comenzó u otra persona. Le da un aire de historia misteriosa y legendaria interesante.
    Un fuerte abrazo :-)

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    1. Buenas Miguel!
      Aunque parezca increíble, hasta en los peores barrios de los peores sitios, hay ciertos códigos morales que la gente todavía respeta. No tengo claro si esto pasaría concretamente con monedas, pero creo que todavía nos queda algo de humanidad.
      Un honor y una alegría siempre verle por aquí Don Miguel.
      Un abrazo y una monedita, para que empieces tu montón

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