LOS DUELOS DEL HONOR
ENTRE LA ESPADA Y LA PALABRA
En el más florido y apacible de los siglos pasados, cuando la nobleza de corazón y la espada de acero definían a los hombres de valía, no había alma en la España de entonces que no considerase su honor como la más excelsa de sus joyas. Tan inmaculada y preciada como la misma luz del sol
En aquel tiempo de espadas que cantaban y palabras que volaban, de duelos y desafíos, el orgullo del hombre se medía en sangre derramada.
Muchos se preguntarán acaso, si tales lances y combates pertenecen solo a la ilustre leyenda o fueron tan reales como los molinos de viento que el noble caballero Don Quijote confundía con gigantes. La respuesta no se halla en la duda. Se halla en el eco de los siglos, donde las espadas brillaban más que las plumas, y la lengua afilada no solo pertenecía a los poetas, sino a los hombres más valientes
Un hombre de honor no podía permitirse que su nombre fuera mancillado sin enfrentarse a la deshonra. Y en este juego de vida y muerte con espadas desenvainadas, se erguían figuras que compartían la nobleza y los valores de la época.
Como es bien sabido por los hombres de letras y de honor, Quevedo no fue un hombre que callara ante las afrentas, y más de una vez se vio arrastrado por el fuego de la ira a desafiar.
Si de nobles hablamos, el Duque de Osuna veía en el honor una causa tan sagrada, que no dudaba en empuñar una espada ante el más mínimo desafío.
Ellos, con el valor de los antiguos caballeros, no cedían ante la ley ni la prudencia, pues el destino les había dado otro propósito: defender su nombre a toda costa, sin importar el peligro que acecharan y para ellos, no había mayor enemigo del honor, que la humillación. Y más reconocimiento que salvar la honra perdida.
Una ley se entrometería en estas nobles tradiciones aboliendo los duelos por la dignidad. Y así, lo que fue parte de la gloria de muchos caballeros, pasó a ser una leyenda más de un tiempo que ya no volvería.
El fin de los duelos fue terminar con la violencia y la furia que regían las armas y las almas de los poetas y caballeros. Aunque algunos siguieron luchando con la palabra, pues no hay mejor combate que el que se libra en la mente, el que deja cicatrices invisibles, pero profundas.
Y así, como diría el valiente de la mancha, que alzó su lanza para luchar contra un mundo lleno de injusticias, nuestros caballeros de honor, lucharán por la pureza de sus nombres, aunque las espadas ya no se crucen en el campo de batalla. Quizás las batallas se libran en otras arenas, y aunque la ley acalló las espadas, el corazón del hombre sigue ardiendo con el fuego de su orgullo y su deseo de justicia.
Los duelos de antaño, ya no son más que polvo en el viento, pero el anhelo de defender lo que uno considera digno, permanece intacto, recordándonos que el mayor honor, a veces, no es el de la victoria, sino el de mantener la dignidad frente a la adversidad
Y tras tanto divagar sobre caballeros y espadas, se alza una duda en el corazón de esta pobre escribiente: acaso hemos de vivir en esta época, tan llena de palabras hirientes y ofensas sin razón, como si fuéramos meros combatientes de causas que no entendemos?
Los ofendidos de nuestros tiempos, aquellos que se hieren con cualquier palabra, comic, anuncio..los que se escandalizan con una leve imagen; aquellos que parecen haberse convertido en los nuevos caballeros de una lucha sin sentido, luchan como sombras de una era pasada, buscando enemigos donde no los hay. Con la espada del reproche en alto, siempre a la caza de algún agravio real o inventado, olvidando que la verdadera nobleza no radica en defenderse de todo, sino en ser capaces de reírse de uno mismo y de reconocer que no todo ataque es una ofensa, ni todo desacuerdo una batalla perdida
Bien haríamos en discernir la verdadera lucha: la que se libra con la mente, no con palabras vacías de furia, sino con el entendimiento y la comprensión de que el mundo no es nuestra arena para imponer nuestra voluntad, sino un lugar donde cabe todo, incluso lo que no entendemos.
La Historia demuestra que rechazamos, de buenas a primeras, cualquier cosa que no entendemos. Ya que aceptar lo que no se entiende es salir de nuestra zona de confort (quien la tenga). Y si salimos es porque lo mandó el jefe de la tribu. Así de despreciables y gilipollas somos. Si avanzamos es por esas personas valientes (todas muertas y muchas desconocidas) que se atrevieron a aceptar y con ellos vino la mejora. Cosas tales como el honor, la ética, la moral, los valores... Ja, ja, ja, ja, ja. El humano actual no es más gilipollas que el de hace un siglo, dos, tres, cuatro o los que quieras, pero tiene ocasión de demostrarlo y dejar prueba flagrante e innegable de ello. En el fondo, muy en el fondo del asunto, en el núcleo del cáncer, nada ha cambiado. Son males seculares e inmortales. Me gustaría que pudiéramos vernos todos cuando estamos en la intimidad de nuestras casas. Ahí es como somos de verdad. Y creo que íbamos a alucinar. De hecho, nunca estaremos preparados para abrir esa puerta: somos demasiado egocéntricos y defectuosos. Necesitamos la mentira para continuar. Y los valores, el honor, los principios y esas cosas tan floridas, siglos atrás venían acompañadas de hipocresía. Ahora están muertas de inanición desde inanición y lo único vivo es la hipocresía y la falsedad, que no hacen más que perpetuarse desde el octavo día después de la Creación.
ResponderEliminarJoder, Finil, tu entrada de hoy me ha hecho reflexionar. Voy al bar de inmediato a recuperarme. ;)
Vaya Cabrónidas,
EliminarMe he asustado y todo de ver ahí tanta letra junta!!
Siento haberte hecho elucubrar más de la cuenta con un tema tan feo. Espero que la ronda del bar te resulte sanadora.
Bueno, yo quiero creer que no somos tan despreciables. Porque a las horas de las verdades, cuando alguien sufre un drama, los que estamos ahí pico y pala somos los mortales de a pie, dándolo todo desde cualquier rincón del país. Eso demuestra que algo de humanidad nos queda, y que por muchas lecciones que nos hayan dado sobre lo supuestamente despreciables que somos, aún seguimos respondiendo.
Si antes, la gente se preocupaba de su propio honor, ahora muchos se ven absorbidos por una preocupación colectiva que no es propia ni necesaria. Ahora se preocupan por el honor del vecino, de el de la calle de enfrente y el de la ciudad de al lado. Y lo curioso, es que no es más que manipulación. Hacen creer a la gente que tienen que defender causas que no tienen base. Solo con presión social. Y fíjate, no somos perfectos, pero la libertad absoluta que solo tenemos en nuestra casa, nos da la oportunidad de decidir que somos y que hacemos con nuestras imperfecciones.
No dejes que te coman el coco. No eres despreciable. Eres una maravilla humana. Solo tenemos que aprender a no dejarnos manipular.
Un abrazo (y una ronda para mi)!!
¡Cabrónidas, compañero!
Eliminar¡Me he quedado de piedra al ver tanta letra junta tuya en un comentario! Creo que Finil te ha tocado la fibra sensible de verdad con esto del honor y la hipocresía. Vete al bar, sí, pero igual hoy necesitas más de una ronda para procesar tanta reflexión ¡jajaja!
¡Un abrazo!
Perdón, yo no quería tocar nada eh? jajaja El señor Cabrónidas es que está muy sensible hoy...
Eliminarno sé yo, no sé jajajaja algo habrás tocado, que si no, no se explica este evento cósmico tan inquietante jajajaja
EliminarNono, estaba buscando una excusa para irse a cervecear jajaja
EliminarNo sé yo si necesitará nuestro amigo muchas excusas para eso jajaja
Eliminar¡Buenas, Finil!
ResponderEliminarQué buena reflexión has traído con "Los Duelos del Honor". Me ha encantado cómo viajas desde aquel mundo de aceros y honores hasta este presente nuestro, donde parece que le hemos cogido un miedo cerval a las palabras. Has puesto el dedo en la llaga al contrastar esa defensa, a veces brutal, del nombre, con la hipersensibilidad de ahora, la de esos "nuevos caballeros" que ven una afrenta en cada sombra.
Y es que tienes razón, parece que hoy cualquier cosa está "subida de tono", cualquier expresión un poco directa ya es motivo de escándalo, mientras la apariencia y un snobismo bastante hueco campan a sus anchas. Como si hubiéramos cambiado las espadas por el victimismo exquisito y la ofensa fácil.
Por eso resuena tanto tu llamada final a discernir, a usar la cabeza antes que la víscera, a entender que no toda discrepancia es una guerra. Es un soplo de aire fresco leer algo así, que invita a pensar en lugar de a reaccionar porque sí.
Gracias por compartir esta mirada tan clara y necesaria, compañera. Nos viene muy bien.
Lo de Cabrónidas a mí me ha dejado perplejo jajaja, no por lo que dice, sino por la extensión ajjajaa
¡Un abrazo!
Buenas Tarkion
EliminarSi es que antes eran más sencillos. Un par de mamporrazos y asunto solucionado. Luego se tiraban los trastos con mucho arte. Pero esta gente podían dejar las puertas de sus casas abiertas. Hasta hace no tanto me atrevería a decir.
Que pasa hoy? Por qué nadie se fía ni de el vecino de enfrente? de qué manera nos han lavado el cerebro?
Como dice el señor sensible de ahí arriba, hoy solo queda más constancia de las cosas que pasan. Lo que no quiere decir que antes no existieran. Ojalá nos pudiéramos concienciar todos de esto, y poder volver a ser un poco más normales.
Un abrazo! y otra ronda para ti, de agua, déjate de pastis, pastillero!!
Jo, Finil, me has leído el pensamiento, justo hoy yo pensaba escribir de algo parecido, pero ya no lo voy a hacer, me quedo contenta con tu reflexión y crítica velada. Además muy bien escrita, me parecía estar viendo a Cervantes escribiendo en el Quijote.
ResponderEliminar¿Reírnos hasta de nosotros mismos? ¿Qué dices? Y que se piense el vecino que se lo estoy diciendo a él, además de que hay tanto ego subido que no se es capaz de hacer eso.
Y a los compis de bloguers, ¿qué les ha pasado? Me he quedado alucinada cuando he visto el comentario de Cabrónidas, luego ya he leído lo de que somos igual de gilipollas ahora que antes y ya he dicho: sí, es Cabrónidas, no le han usurpado el nick. Y Miguel en su línea, si en realidad este ha entrado en nuestras vidas blogueras para llenarnos de palabras, y a las pruebas me remito... ¿Dónde se quedaron aquellos "interesante post. Saludos" del pasado? Hasta Cabrónidas ha sucumbido.
Un abrazo. :)
Buenas Merche!!
EliminarTe he leído el pensamiento?..y te sorprendes?..Solo he usado mis poderes jajajaja
Ya lo sabes, Alonso Quijano, ese caballero loco que leí a la fuerza en el instituto, se ganó mi corazón para siempre. Igual que los mosqueteros. No hay remedio que cure ese mal..
Escríbelo anda, que ya estoy desando verlo y todavía no lo has colgado.
Lo de Cabrónidas no lo tenemos claro aún, creemos que le ha dado un chispazo, y miedo me da que se vuelva a manifestar jajaja.
Pobre Miguel, te ha faltado decirle: A ver si te ahogas en palabras!!!. Si al final hasta tú has caído en las redes del lado oscuro..
Anda, dale a la pluma, que te pongo un contador...
10...9...8..
Un abrazo!!..7..6..
Hola, Finil. Buena reflexión sobre el concepto del honor y como ha cambiado con el paso del tiempo.
ResponderEliminarActualmente, parece que hay quien se dedica a buscar agravios, reales o imaginarios, olvidando que es conveniente utilizar el humor en muchas ocasiones y que, desde luego, no todo desacuerdo merece un campo de batalla.
Y solo decir, para terminar, que estoy totalmente de acuerdo con el último párrafo del artículo.
Por cierto, hasta yo, que no le sigo demasiado, me he quedado cohibida cuando he visto tanta letra junta en el comentario de Cabrónidas 😳
Un abrazo 🤗
Buenas Beatriz
EliminarHan cambiado mucho las cosas..Los duelos que abolieron por violentos ahora se han convertido en modernas redes sociales, que no tengo claro como calificar. Algunas, son auténticos comecocos que sacan lo peor de cada uno. Tampoco tienen la culpa, depende del uso que les demos y de lo influenciables que seamos, pero yo les pondría la P de peligrosa.
El último párrafo es curioso, porque la gente se indigna hoy por todo y curiosamente a mi me indigna eso jajajaj
Pero no me deja de parecer contradictorio que en estos tiempos 'tan modernos' y ""de tanta libertad"", no se pueda ni hablar porque todo ofende.
Creo que deberíamos aprender a utilizar mejor la cabeza que las redes sociales, y cambiar tanta consigna barata y aprovechadora por un poquito de conocimiento. Porque al final aprender a pensar es lo único que tenemos para ser realmente libres.
A Cabrónidas creo que se le habrá quemado la sangre. Espero que se haya recuperado jajaja
Un honorable abrazo
Hola, vengo del bar (sobrio). Hace tiempo que perdí la fe en el ser humano, si es que alguna vez la tuve. Por cierto, ¿hay un foro aquí sobre mí? Que sepáis que me "ha llegao". :)
ResponderEliminarBuenas de nuevo Cabrónidas
EliminarYo vengo medio ciega (pero no del bar).
Hay un foro claro!!, el de las viejas del visillo!!. No te lo ha dicho la Mari? jaja
Hola Finil:
ResponderEliminarSigue habiendo gigantes que son molinos, pellejos que manan sangre y son vino, mentiras que son medias verdades, rectas que son ondulaciones. Y la nave va....a su destino. Me ha gustado tu deseo de conciliación. Y no es ironía. El globo terráqueo está tan polarizado que hace frío. Y hace falta que alguien lo caliente un poco, o le baje la fiebre al crio. Abrazos cordiales desde La Mancha que levita.
Buenas Blas, noble manchego de anchas tierras
EliminarGracias por ver el gesto de conciliación sin pisotearlo con ironía. A veces uno lanza una ramita de olivo y le devuelven un hacha afilada.
Si le hace falta calor a la humanidad, tiene delirios de fiebre gilipollítica.
Te mando un abrazo con aspas de molino y una copita de vino. Que la nave no naufrague, y si lo hace..que sea con música
Por cierto, crío y no crio
ResponderEliminarClaro, no es lo mismo una pelota vieja, que una vieja en pelotas! jajaja
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